sábado, 9 de marzo de 2013

Mi Casa Será Llamado Casa de Oración



Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle,  y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos;  a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo,  y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte,  y los recrearé en mi casa de oración;  sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar;  porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. (Isa 56:6-7)
 
Desde el tiempo Moisés Dios constituyo un lugar sagrado de oración y de adoración y alabanza a su nombre. Con ese fin Dios, el maestro arquitecto, dio a Moisés los planes para el tabernáculo. Era un tabernáculo lleno de sencillez y belleza a la vez, un lugar que se armaba y se desarmaba y con sus piezas y muebles y se llevaba encima de los hombros de los sacerdotes y levitas. Era el lugar donde la Biblia dice que Moisés hablo “cara a cara” con Dios y Dios daba dirección al pueblo de Dios y perdonaba sus pecados mediante el sacrificio de animales por los pecados. Dios tenía allí comunión entre Él y el hombre en el Lugar Santísimo junto al arca del pacto:                       

 “Y de allí me declararé a ti,  y hablaré contigo de sobre el propiciatorio,  de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio,  todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.” (Exo 25:22)

 Pero aun no había un lugar fijo para tener una casa de oración hasta que Dios puso el deseo el corazón del Rey David construir un templo para El y eligió a Jerusalén para ser una Casa de Oración para todos los pueblos.

 En 2 Ch 6:5-6 está registrada  las Palabras de Dios diciendo: “Desde el día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto,  ninguna ciudad he elegido de todas las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre,  ni he escogido varón que fuese príncipe sobre mi pueblo Israel. Mas a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre,  y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo Israel.”

 En la dedicación del templo que construyo el Rey Salomón con los planos y materiales que había preparado su padre David, Salomón declaro en una oración las promesas de Dios que estaba sobre esa casa:

 2Ch 6:17-41: Ahora pues,  oh Jehová Dios de Israel,  cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David.  (18)  Mas  ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra?  He aquí,  los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener: ¿cuánto menos esta casa que he edificado?  (19)  Mas tú mirarás a la oración de tu siervo,  y a su ruego,  oh Jehová Dios mío,  para oir el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti.  (20)  Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche,  sobre el lugar del cual dijiste,  Mi nombre estará allí;  que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. 

 Sus ojos miran día y noche sobre su casa y Su nombre (poder y autoridad) está allí.

 (21) Asimismo que oigas el ruego de tu siervo,  y de tu pueblo Israel,  cuando en este lugar hicieren oración,  que tú oirás desde los cielos,  desde el lugar de tu morada: que oigas y perdones.   (22)  Si alguno pecare contra su prójimo,  y se le exigiere juramento,  y viniere a jurar ante tu  altar en esta casa,  (23)  tú oirás desde los cielos,  y actuarás,  y juzgarás a tus siervos,  dando la paga al impío,  haciéndole recaer su proceder sobre su cabeza,  y justificando al justo al darle conforme a su justicia. 

 Dios escucha la oración, El perdona pecado y hace justicia a los que le buscan en su Casa.

 (24)  Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de los enemigos,  por haber prevaricado contra ti,  y se convirtiere,  y confesare tu nombre,  y rogare delante de ti en esta casa,  (25)  tú oirás desde los cielos,  y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel,  y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres. 

 Si hemos sido derrotados por nuestros enemigos, si hemos caído en batalla Dios oirá nuestro clamor y perdonara nuestro pecado.

 (26)  Si los cielos se cerraren,  y no hubiere lluvias por haber pecado contra ti,  si oraren a ti hacia este lugar,  y confesaren tu nombre,  y se convirtieren de sus pecados,  cuando los afligieres,  (27)  tú los oirás en los cielos,  y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel,  y les enseñarás el buen camino para que anden en él,  y darás lluvia sobre tu tierra,  que diste por heredad a tu pueblo.  (28)  Si hubiere hambre en la tierra,  o si hubiere pestilencia,  si hubiere tizoncillo o añublo,  langosta o pulgón;  o si los sitiaren sus enemigos en la tierra donde moren;  cualquiera plaga o enfermedad que sea; (29)  Toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre,  o todo tu pueblo Israel,  cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón,  si extendiere sus manos hacia esta casa,  (30)  Tú oirás desde los cielos,  desde el lugar de tu morada,  y perdonarás,  y darás a cada uno conforme a sus caminos,  habiendo conocido su corazón;  porque solo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres;  (31)  Para que te teman y anden en tus caminos,  todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres. 

 Si hay sequia si le buscamos en su casa El nos dará la lluvia sobre la tierra. Si hay necesidad económica, espiritual, o física si le buscamos El oirá nuestra oración en su Casa.

 (32)  Y también al extranjero que no fuere de tu pueblo Israel,  que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu gran nombre,  y de tu mano poderosa,  y de tu brazo extendido,  si viniere,  y orare hacia esta casa, (33)  tú oirás desde los cielos,  desde el lugar de tu morada,  y harás conforme a todas las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero;  para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre,  y te teman así como tu pueblo Israel,  y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado. 

 El extranjero (el que no es parte del pueblo de Dios) vendrá a su Casa y si le clama responderá también a sus oraciones para que los pueblos conozcan el nombre de nuestro Dios.

 (34)  Si tu pueblo saliere a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les enviares,  y oraren a ti hacia esta ciudad que tú elegiste,  hacia la casa que he edificado a tu nombre,  (35)  Tú oirás desde los cielos su oración y su ruego,  y ampararás su causa. 

 Si oramos Dios nos dará la victoria sobre nuestros enemigos.

 (36) Si pecaren contra ti,  (pues no hay hombre que no peque,) y te enojares contra ellos,  y los entregares delante de sus enemigos,  para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de enemigos,  lejos o cerca,  (37)  y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos;  si se convirtieren,  y oraren a ti en la tierra de su cautividad,  y dijeren:  Pecamos,  hemos hecho inicuamente,  impíamente hemos hecho;  (38)  Si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad,  donde los hubieren llevado cautivos,  y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres,  hacia la ciudad que tu elegiste,  y hacia la casa que he edificado a tu nombre;  (39)  tú oirás desde los cielos,  desde el lugar de tu morada,  su oración y su ruego,  y ampararás su causa,  y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.

Si los que son cautivos y los que están apartados claman Dios los librara y perdonara.

(40)  Ahora pues,  oh Dios mío,  te ruego estén abiertos tus ojos,  y atentos tus oídos a la oración en este lugar.  (41)  Oh Jehová Dios,  levántate ahora para habitar en tu reposo,  tú y el arca de tu poder;  oh Jehová Dios,  sean vestidos de salvación tus sacerdotes,  y tus santos se regocijen en tu bondad.

 La Biblia dice: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo,  y volcó las mesas de los cambistas,  y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa,  casa de oración será llamada;  mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Mat 21:12-13).

Los religiosos de aquel tiempo habían cambiando la casa de Dios en un mercado y comercio más que un lugar de comunión con Dios. Se había perdido esa reverencia hacia la casa de Dios y hacia Dios mismo.      

 El Salmista David declaro: “Una cosa he demandado a Jehová,  ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,   Para contemplar la hermosura de Jehová,  y para inquirir en su templo.” (Sal 27:4)

 1Co 3:16-17 dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios,  y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? …porque el templo de Dios,  el cual sois vosotros,  santo es.”  Que nuestras vidas sean “una casa de oración”.  Que nuestras familias sean “una casa de oración”. Que la iglesia sea una “casa de oración”.

 El lugar donde este Jehová ese es la casa de Dios.

 La Biblia dice que Jacob “llegó a un cierto lugar,  y durmió allí,  porque ya el sol se había puesto;  y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera,  y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra,  y su extremo tocaba en el cielo;  y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí,  Jehová estaba en lo alto de ella… Y despertó Jacob de su sueño,  y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar,  y yo no lo sabía”

 Jacob corriendo para su vida, un engañador y mentiroso tuvo un encuentro con Dios. Jacob hizo un altar a Dios y consagro su vida a Dios porque vio a Jehová en lo alto y los ángeles de Dios subiendo y bajando de la escalera. Era la casa de Dios porque Dios se encontró con Él.

 “Y tuvo miedo,  y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar!  No es otra cosa que casa de Dios,  y puerta del cielo. Y se levantó Jacob de mañana,  y tomó la piedra que había puesto de cabecera,  y la alzó por señal,  y derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el…”  (Gen 28:11-19)

 Jacob llamo un campo a cielos abiertos, una cama de pasto y una almohada de piedra casa de Dios y puerta del cielo es porque donde esta Dios allí esta su casa. Jacob derramo el aceite sobre la piedra...él consagró ese lugar a Dios porque Dios estaba allí. Alguien necesita hoy hacer un altar delante de Dios, un altar de su corazón y vida y dedicarlo hoy a Dios. Porque somos la casa, el templo de Dios. Que hoy podamos decir: “Quiero que mi vida sea una casa de oración”.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario