Y a los hijos de los
extranjeros que sigan a Jehová para servirle,
y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para
no profanarlo, y abracen mi pacto, yo
los llevaré a mi santo monte, y los
recrearé en mi casa de oración; sus
holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración
para todos los pueblos. (Isa 56:6-7)
Desde el tiempo Moisés Dios constituyo un lugar sagrado de
oración y de adoración y alabanza a su nombre. Con ese fin Dios, el maestro
arquitecto, dio a Moisés los planes para el tabernáculo. Era un tabernáculo
lleno de sencillez y belleza a la vez, un lugar que se armaba y se desarmaba y
con sus piezas y muebles y se llevaba encima de los hombros de los sacerdotes y
levitas. Era el lugar donde la Biblia dice que Moisés hablo “cara a cara” con
Dios y Dios daba dirección al pueblo de Dios y perdonaba sus pecados mediante
el sacrificio de animales por los pecados. Dios tenía allí comunión entre Él y
el hombre en el Lugar Santísimo junto al arca del pacto:
“Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el
propiciatorio, de entre los dos
querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de
Israel.” (Exo 25:22)
Pero aun no había un lugar fijo para tener una casa de
oración hasta que Dios puso el deseo el corazón del Rey David construir un
templo para El y eligió a Jerusalén para ser una Casa de Oración para todos los
pueblos.
En 2 Ch 6:5-6 está registrada las Palabras de Dios diciendo: “Desde el día
que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto,
ninguna ciudad he elegido de todas las tribus de Israel para edificar
casa donde estuviese mi nombre, ni he
escogido varón que fuese príncipe sobre mi pueblo Israel. Mas a Jerusalén he
elegido para que en ella esté mi nombre,
y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo Israel.”
En la dedicación del templo que construyo el Rey Salomón
con los planos y materiales que había preparado su padre David, Salomón declaro
en una oración las promesas de Dios que estaba sobre esa casa:
2Ch 6:17-41: Ahora pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo
David. (18) Mas
¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí,
los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener: ¿cuánto
menos esta casa que he edificado?
(19) Mas tú mirarás a la oración
de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oir el clamor y la oración con que tu
siervo ora delante de ti. (20) Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa
de día y de noche, sobre el lugar del
cual dijiste, Mi nombre estará
allí; que oigas la oración con que tu
siervo ora en este lugar.
Sus ojos miran día y noche sobre su casa y Su nombre (poder y
autoridad) está allí.
(21) Asimismo que oigas el ruego de
tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada: que oigas y
perdones. (22) Si alguno pecare contra su prójimo, y se le exigiere juramento, y viniere a jurar ante tu altar en esta casa, (23)
tú oirás desde los cielos, y
actuarás, y juzgarás a tus siervos, dando la paga al impío, haciéndole recaer su proceder sobre su
cabeza, y justificando al justo al darle
conforme a su justicia.
Dios escucha la oración, El perdona pecado y hace justicia a los que
le buscan en su Casa.
(24)
Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de los enemigos, por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, (25)
tú oirás desde los cielos, y
perdonarás el pecado de tu pueblo Israel,
y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres.
Si hemos sido derrotados por nuestros enemigos, si hemos caído en
batalla Dios oirá nuestro clamor y perdonara nuestro pecado.
(26)
Si los cielos se cerraren, y no
hubiere lluvias por haber pecado contra ti,
si oraren a ti hacia este lugar,
y confesaren tu nombre, y se
convirtieren de sus pecados, cuando los
afligieres, (27) tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu
pueblo Israel, y les enseñarás el buen
camino para que anden en él, y darás lluvia
sobre tu tierra, que diste por heredad a
tu pueblo. (28) Si hubiere hambre en la tierra, o si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o pulgón; o si los sitiaren sus enemigos en la tierra
donde moren; cualquiera plaga o enfermedad
que sea; (29) Toda oración y todo ruego
que hiciere cualquier hombre, o todo tu
pueblo Israel, cualquiera que conociere
su llaga y su dolor en su corazón, si
extendiere sus manos hacia esta casa,
(30) Tú oirás desde los
cielos, desde el lugar de tu
morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus
caminos, habiendo conocido su
corazón; porque solo tú conoces el
corazón de los hijos de los hombres;
(31) Para que te teman y anden en
tus caminos, todos los días que vivieren
sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.
Si hay sequia si le buscamos en su casa El nos dará la lluvia sobre la
tierra. Si hay necesidad económica, espiritual, o física si le buscamos El oirá
nuestra oración en su Casa.
(32) Y también al extranjero que
no fuere de tu pueblo Israel, que
hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu gran nombre, y de tu mano poderosa, y de tu brazo extendido, si viniere,
y orare hacia esta casa, (33) tú
oirás desde los cielos, desde el lugar
de tu morada, y harás conforme a todas
las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra
conozcan tu nombre, y te teman así como
tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre
es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
El extranjero (el que no es parte del pueblo de Dios) vendrá a su Casa
y si le clama responderá también a sus oraciones para que los pueblos conozcan
el nombre de nuestro Dios.
(34)
Si tu pueblo saliere a la guerra contra sus enemigos por el camino que
tú les enviares, y oraren a ti hacia
esta ciudad que tú elegiste, hacia la
casa que he edificado a tu nombre, (35) Tú oirás desde los cielos su oración y su
ruego, y ampararás su causa.
Si oramos Dios nos dará la victoria sobre nuestros enemigos.
(36) Si pecaren contra ti, (pues no hay hombre que no peque,) y te
enojares contra ellos, y los entregares
delante de sus enemigos, para que los
que los tomaren los lleven cautivos a tierra de enemigos, lejos o cerca, (37) y
ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de su
cautividad, y dijeren: Pecamos,
hemos hecho inicuamente,
impíamente hemos hecho; (38) Si se convirtieren a ti de todo su corazón y
de toda su alma en la tierra de su cautividad,
donde los hubieren llevado cautivos,
y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tu elegiste, y hacia la casa que he edificado a tu
nombre; (39) tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.
Si los que son cautivos y los que están apartados claman Dios los
librara y perdonara.
(40)
Ahora pues, oh Dios mío, te ruego estén abiertos tus ojos, y atentos tus oídos a la oración en este
lugar. (41) Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu
reposo, tú y el arca de tu poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación tus sacerdotes, y tus santos se regocijen en tu bondad.
La Biblia dice: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a
todos los que vendían y compraban en el templo,
y volcó las mesas de los cambistas,
y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi
casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones” (Mat 21:12-13).
Los religiosos de aquel tiempo habían cambiando la casa de Dios en un
mercado y comercio más que un lugar de comunión con Dios. Se había perdido esa
reverencia hacia la casa de Dios y hacia Dios mismo.
El
Salmista David declaro: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de
Jehová todos los días de mi vida, Para
contemplar la hermosura de Jehová, y
para inquirir en su templo.” (Sal 27:4)
1Co
3:16-17 dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? …porque
el templo de Dios, el cual sois
vosotros, santo es.” Que nuestras vidas sean “una casa de
oración”. Que nuestras familias sean
“una casa de oración”. Que la iglesia sea una “casa de oración”.
El lugar donde este Jehová ese es la casa de Dios.
La
Biblia dice que Jacob “llegó a un cierto lugar,
y durmió allí, porque ya el sol
se había puesto; y tomó de las piedras
de aquel paraje y puso a su cabecera, y
se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en
tierra, y su extremo tocaba en el
cielo; y he aquí ángeles de Dios que
subían y descendían por ella. Y he aquí,
Jehová estaba en lo alto de ella… Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”
Jacob
corriendo para su vida, un engañador y mentiroso tuvo un encuentro con Dios. Jacob
hizo un altar a Dios y consagro su vida a Dios porque vio a Jehová en lo alto y
los ángeles de Dios subiendo y bajando de la escalera. Era la casa de Dios porque
Dios se encontró con Él.
“Y
tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es
este lugar! No es otra cosa que casa de
Dios, y puerta del cielo. Y se levantó
Jacob de mañana, y tomó la piedra que había
puesto de cabecera, y la alzó por
señal, y derramó aceite encima de ella.
Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el…” (Gen 28:11-19)
Jacob llamo un campo a cielos
abiertos, una cama de pasto y una almohada de piedra casa de Dios y puerta del
cielo es porque donde esta Dios allí esta su casa. Jacob derramo el aceite
sobre la piedra...él consagró ese lugar a Dios porque Dios estaba allí. Alguien
necesita hoy hacer un altar delante de Dios, un altar de su corazón y vida y
dedicarlo hoy a Dios. Porque somos la casa, el templo de Dios. Que hoy podamos decir:
“Quiero que mi vida sea una casa de oración”.
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