Y acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi. Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos? Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, el cual está en Lehi, hasta hoy. (Jueces 15:17-19)
Sansón
estando rodeado de sus enemigos, atado por para ser entregado y matado. El
Espíritu de Dios vino sobre él. Las ataduras se rompieron siendo como lino
quemado por fuego y se cayeron de sus manos. Y Sansón mirando alrededor de Él
vio una quijada de un asno y lo tomo. Y con una quijada de asno Sansón mató a
mil hombres. La quejada de asno representa la insignificancia del arma y la
importancia del poder de Dios. Nunca olvides que Dios puede dar la victoria con
un ejército armado o Él puede traer la victoria con la quijada de un burro
muerto. Cuando la somos ungidos con Él poder de Dios somos un instrumento útil
en sus manos. Algunos están mirando sus defectos, imperfecciones, y errores,
pero Dios está buscando a alguien que está disponible.
Sansón mismo
no entendía que fuerza sobrenatural que venía no era por el mismo sino era la
gracia de Dios a favor de él y el pueblo de Dios. Hay muchos que piensan que la
victoria viene por su habilidad, su talento, su esfuerzo pero la realidad es lo
que trae la victoria es el poder de Dios. Alguien hoy necesita ponerse a
disposición de Dios y decir Señor usa mi vida.
No vamos a
ganar la batalla con nuestras fuerzas. Necesitamos el poder de Dios. No pienses
que vas a tener victoria por quien eres tú. Necesitamos el poder de Espíritu
Santo. Necesitamos una fuerza sobrenatural. Necesitamos la unción del santo.
Y Sansón
llamo ese lugar Ramat-Lehi
que significa la altura de quijada. Nos da a entender que Sansón en ese momento
estaba en un lugar alto. Si hacemos un estudio sobre la geografía la ubicación
exacta de esta pelea no se conoce pero hay lugares que podían haber sido. Son
lugares de colinas junto a lugares bajos o valles fértiles. Cuando Sansón gano
la batalla él estaba sobre la colina de la victoria pero al bajar al lugar
bajo, el valle, Sansón sintió el cansancio, la fatiga, sintió que todas sus
fuerzas se habían terminado, sintió que iba a morir de sed. “Y teniendo gran sed, clamó luego
a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y
moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?” (Jueces 15:17-19). Lo seguro es que Cuando Dios usa
nuestras vidas para obtener una victoria sentimos que estamos en la cima.
Sentimos que estamos en la altura. Hay momentos que sentimos que estamos en
victoria, inclusive que somos invisible.
Fue tan
grande la sed que sintió, el cansancio y el desgaste físico y emocional que la
victoria reciente parecía que estaba tan lejos de él. Así también hoy momentos
en la vida que sentimos que la victoria que tuvimos reciente parece está lejos
de nosotros. Sentimos desgastado, cansado y agotado emocionalmente y aun
físicamente por haber estado en la lucha. La batalla a veces te cansa, te
agota…y a veces te encuentras con sed espiritual…sientes una desesperación… aun
puedes sentir que vas a morir.
Así como
dijo el Salmista:
“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi
carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas, Para ver tu poder y
tu gloria, Así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu
misericordia que la vida; Mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi
vida; En tu nombre alzaré mis manos”
(Salmos 63:1-4).
“Como el
ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el
alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me
presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Me acuerdo de estas
cosas, y derramo mi alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la
conduje hasta la casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo
en fiesta. ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en
Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Salmos 42:1-5).
“Entonces
abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró
su espíritu, y se reanimó”.
Quiero decir
a alguien hoy que Dios quiere abrir una fuente para el que está cansando. Si
has venido cansado de la batalla, agotado por la lucha…hay una fuente para ti.
Hay frescura después de la batalla. Asi como Dios te Dios la victoria en el
pasado Él ha provisto refrigerio para el que está cansado…nuevas fuerzas…una
unción nueva.
“Por esto llamó el nombre de aquel lugar,
En-hacore, el cual está en Lehi, hasta hoy”. En-hocore significa “el manantial
del que llama”. Hoy alguien necesita comenzar a clamar porque hay frescura
después de la batalla.
Isaías
profetizo: “Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este
pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este
es el refrigerio…” (Isaías 28:11-12). Dios no solo nos llena de su poder…el
mismo Espíritu que nos da poder es el mismo Espíritu que nos renueva, nos
refresca y nos da ánimo para seguir batallando.
“En aquel
día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu
indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me
aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha
sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.
Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en
los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a
Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra.
Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el
Santo de Israel” (Isaías 12:1-6).
Dios hoy
quiere abrir un manantial…hay frescura después de la batalla. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
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