Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23)
Hoy es un nuevo día. Hoy hay una
nueva oportunidad. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana. Capaz
alguien hay venido hoy cargando luchas y pruebas muy grandes en tu vida. Posiblemente
hay personas que están sobrellevando cosas que han hecho en el pasado. Otras están
luchando con cosas que otros le han hecho, circunstancias injustas que han
pasado. Algunos su consciencia le acusa. Algunos luchando con inseguridad, amargura,
dolor o enojo. Posiblemente has venido en una nube de confusión. Otros tienen
tristeza en su alma. Otros han venido fatigados, cansados de luchar. Pero he
venido para decirte hay que hay una luz de esperanza que brilla en tu
oscuridad. Todo no ha terminado. Es un nuevo día. La luz de la mañana está
brillando sobre tu vida.
Dios te dice hoy: “No os acordéis
de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo
hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino
en el desierto, y ríos en la soledad” (Isaías 43:18-19). Dios está para hacer
algo nuevo en tu vida.
Algunos se atrapan en la rutina
de la misma vida de miseria. La misma vida de tristeza. La misma vida llevando
las mismas cargas. Algunos no salen de ciclo del mismo pecado. La misma amargura.
La misma mala actitud. Otro día sin un cambio. Otro día sin felicidad. Otro día
sin libertad. Otro día sin gozo. Pero hoy todo eso puede cambiar.
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10:10). Es la voluntad de Dios que tengas un nuevo día. Es la voluntad de
Dios que tengas vida en abundancia.
“De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas” (2 Corintios 5:17). Cuando estamos en Cristo somos una nueva criatura.
No somos la misma persona. Cuando Dios nos llena con el Espíritu Santo hay un
cambio que sucede en nuestro ser. Tú no vas a ser la misma persona. Las cosas
viejas pasaron…todas son hechas nuevas.
“En cuanto a la pasada manera de
vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios
4:22-24). Es tiempo para despojar de lo viejo. Tú no tienes que ser la persona
que fuiste ayer. Hoy puede marcar un nuevo día. Es tiempo para cambiar tu manera
de pensar. Es tiempo para un nuevo día. Ayer ya paso. La noche oscura está
pasando. El nuevo día está aquí. Es tiempo para tomar la decisión. Yo no voy a ser
igual. Me voy a vestir de un nuevo yo.
El Salmista clamó: “Pacientemente
esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo
de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó
mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán
esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová” (Salmos 40:1-3). Dios hoy te
puede sacar el poso de la desesperación y ponerte sobre la roca. Él quiere
poner un cantico nuevo en tu boca. Alguien ha venido hoy siempre cantando la
misma historia por hoy es un nuevo día.
Ezequiel profetizó: “Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:25-27) Dios hoy va a hacer algo nuevo. Te
va a dar un nuevo corazón. Va a poner en ti un nuevo espíritu. Las cosas no van
a ser iguales. Jesucristo te va a dar una mente nueva. Es tiempo para el
cambio. Es tiempo para tomar la decisión. Es tiempo de arrepentirte de tu
pecado y dejar que la sangre de Jesucristo te lave. Es tiempo para abrir tu corazón
y recibir Su Espíritu. Es un nuevo día. Es
tiempo para despojar de actitudes negativas. Es tiempo de despojar de la amargura.
Es tiempo para entregar el dolor. Es tiempo para recibir libertad. Es un nuevo día.
Era un día triste que se fueron
las mujeres para ungir el cuerpo de Señor. El momento que los discípulos estaban
desorientados y sin dirección. Para ellos todo se había terminado. Su esperanza
y su fe solo había quedado como un recuerdo amargo… pero al amanecer
encontraron la tumba vacía.
No importa cómo has venido hoy.
No importa la lucha que estas enfrentado. No importa lo que ha pasado en el
pasado. No importa el pecado que hayas cometido. Lo que Jesús prometió Él cumplió.
Él no se quedó en la tumba. Él resucitó.
“Pero María estaba fuera llorando
junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del
sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el
uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido
puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a
mi Señor, y no sé dónde le han puesto” (Juan 20:11-13).
“Mujer, ¿porque estas llorando?”.
Quizás has venido con dolor y confusión en tu corazón. Pero hoy es un nuevo día.
Las promesas de Dios se cumplen. Vas a salir de esto.
“Cuando había dicho esto, se
volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le
dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el
hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo
lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que
quiere decir, Maestro)” (Juan 20:1-16).
Jesús hoy está llamando tu
nombre. El día de resurrección ha llegado. Hay nueva esperanza. La tumba está vacía
y Él vive. No ha terminado todavía. Hay una luz que está brillando en tu
oscuridad. Es tiempo para recibir el nuevo día.