domingo, 23 de diciembre de 2012

El Gran Valor de la Cruz

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. (1 Corintios 1:18)

En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia. (Efesios 1:5-7)

Hay tantas personas que no se dan cuenta del gran valor del sacrificio que hizo Jesucristo en la cruz del Calvario.  “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18). El mundo no puede entender la cruz de Jesús. La cruz significa la muerte. Significa entrega total. Significa estar rendido a nuestra voluntad y estar entregado a la voluntad de Dios. Jesucristo se entrego hasta lo sumo para poder comprar nuestra salvación. El derramo su sangre para comprar nuestra libertad. Cada látigo que cayó sobre su espalda y su cuerpo fue para sacarnos de la esclavitud de pecado. Cada clavo que clavaron sus manos y sus pies fue comprar nuestra salvación. Cada gota de sangre que Él derramó fue por amor por nosotros.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Él llevó nuestras enfermedades. Él sufrió nuestros dolores. Él fue herido por nuestras rebeliones. Por su llaga fuimos nuestros curados. Jesús pago el precio más alto para darnos la oportunidad de la salvación. Esa cruz, esa humillación es de valor incalculable. No hay manera de calcular el gran valor del sacrificio de la cruz. La eternidad nunca podrá decir el gran valor de la cruz de Cristo.

Tantas personas tratan con liviandad ese sacrificio. Hay tanto egoísmo aun es en cristianismo. Muchos han aceptado la salvación sin una cruz. Muchos dicen aceptar el sacrificio de la cruz. Hay muchos que dicen tener fe en Jesús sin realmente comprender el verdadero significado de la cruz del Cristo.  pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).

Jesús vino a este mundo para mucho más que solo hacerte una mejor persona. Jesús vino a este mundo con un propósito mucho mayor que solo que seas bendecido con salud, trabajo, y cosas materiales. Jesús vino a este mundo con un propósito mayor que hacerte feliz. Jesús vino a este mundo para sacarte de las tinieblas a su luz admirable. El vino para sacarte del poder del pecado. El vino para lavarte en Su sangre. El vino para que seas transformado por la pureza, el amor, y la santidad de Dios que sea hace disponible para nosotros por la sangre que Jesús derramo.

Cuantas personas van es búsqueda de los beneficios de la salvación: La vida eterna, el gozo, la paz, la vida en abundancia sin buscar el encuentro verdadero con Aquel que derramo Su sangre por nosotros.

No es suficiente aceptar la realidad de la cruz. No es suficiente agradecer superficialmente a Dios por los beneficios provisto en la cruz.  Es necesario aplicar el sacrificio de la cruz de Jesucristo a nuestra vida.

El evangelio es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16). Hay un cambio poderoso que ocurre cuando tenemos un encuentro verdadero con nuestro Salvador. No podemos ser iguales después de haber encontrado con Jesús. Hay una limpieza que ocurre en nuestra alma cuando derramamos nuestra humanidad delante de la cruz de Cristo. Nos damos cuenta cuan insuficiente es nuestra propia justicia, nuestro orgullo y vanidad. Delante de El todo esta descubierto. Todo pecado. Todo error. Toda maldad. No nos queda otro que tirarnos sobre Su misericordia y clamar: “¡Perdóname, Señor. Lávame en Tu sangre!” Es allí que la transformación ocurre en nuestras vidas. Ese peso de pecado se levanta de nuestros hombres. El gozo de nuestra salvación viene.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:24-26).

Jesús dijo que si queremos ganar nuestra vida lo vamos a perder pero si perdemos nuestros nuestra vida por Él lo vamos a encontrar. La aplicación de la cruz es la muerte al pecado que hay en nosotros. Es morir a nosotros mismos. Es negar a nosotros mismos. Tomar la cruz es identificare con El en Su muerte. ¿Cómo no estaremos dispuestos a entregarnos a Él cuando El dio todo de El mismo a nosotros en la cruz.

Aun ganando todo de este mundo, disfrutando de todos los placeres de este mundo, obteniendo todos los títulos y éxito que este mundo puede ofrecer, teniendo las riquezas materiales de este mundo no tenemos nada si no tenemos a Jesús. No podemos tener a Jesús plenamente en nuestra vida hasta que estemos dispuestos a perder a nosotros mismos. No podemos encontrarle a Él hasta que El sea lo más valioso en este mundo. ¡Cómo no queremos entregarnos! Como no queremos soltar nuestra propia voluntad a Él! ¡Luchamos para tener el control! Pero es cuando nos damos cuenta de cuando poco valor tenemos nosotros en nosotros mismos y cuanto vale tener el sacrificio de Jesucristo que las cosas de este mundo pierden su valor ante nuestros ojos.

Fue por esto que el Apóstol Pablo declaró: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” (Filipenses 3:8-11).

El Apóstol Pablo declaro: “Lo que antes era importante para mí ya no son. Cuando comparo lo que antes era importante para mí me dio cuenta que son una basura a lado de la excelencia del conocimiento de Cristo.

“Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24).

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Pablo dijo “he llegado a ser semejante a él en su muerte”. Yo he muerto a mi voluntad. Las cosas de este mundo no tiene la misma importancia para mí.

Yo me he dado cuenta de algo. Siento que Dios me mostro este principio: No podemos encontrar cuánto vale el Señor Jesucristo hasta que nos damos cuenta de cuando poco vale este mundo. Encontramos a Él cuando perdemos a nosotros mismos. Encontramos la vida cuando morimos a nuestros deseos. Su voluntad llega a ser nuestra voluntad.

Amar a Jesucristo es amar a El más que cualquier otro. “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí" (Mateo 10:38). ¿Cuánto vale para ti esta cruz? ¿Cuánto vale para ti la sangre que Jesús derramo por ti?

“Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27-33).

Cuando contamos el costo de la cruz es un precio demasiado alto que no podemos pagar. Solo podemos dar todo de nosotros mismos. Si no estregamos, renunciamos todo de nosotros mismos no podemos identificarse con Su muerte.

Pero es cuando nos identificamos con su muerte también seremos como El en su resurrección. Dios manifiesta Su poder en el punto que estamos realmente rendidos a Él. Cuando nos damos cuenta de cuan valioso que es el sacrificio de la cruz estamos dispuestos a entregarnos todo a Él y este allí que realmente nos encontramos con El.

Pablo dijo: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14).

"De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gálatas 6:17). Pablo podía decir que en su cuerpo estaba las marcas de Jesucristo porque nadie podía decir que él no había entregado su vida por la causa de Jesucristo. El llevaba las cicatrices por los golpes y látigos sufrido por causa de creer y predicar el nombre de Jesucristo.

¿Cuánto vale la cruz para ti? Hay muchos que no están dispuestos aun entregar un pocito del placer del mundo por Jesucristo. Muchos dicen ser cristianos ¿pero donde están los verdaderos cristianos hoy? ¿Dónde están aquellos que están dispuestos a tomar su cruz y seguir a Jesús? ¿Cuántos esta dispuestos hacer lo que cueste para seguir a Jesús? ¿Cuántos pueden decir Señor: “Tu eres lo mas importante en mi vida?”

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