miércoles, 6 de noviembre de 2013

La Mayordomia Cristiana: La Razon que Diezmamos y Ofrendamos


Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia,  Y tus lagares rebosarán de mosto. (Proverbios 3:9-10)

El principio del dar a la obra de Dios es uno de los fundamentos para el crecimiento espiritual en la vida de un cristiano. La mayordomía para el cristiano es el principio que nos enseña que nosotros somos administradores de lo que Dios nos da. 

Dios es el Dueño de Todo

Para entender este principio es primero importante entender que Dios es el dueño de todo. La Biblia dice: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo,  y los que en él habitan” (Salmo 24:1). Hay que entender que nosotros no somos el dueño de nuestras propias vidas y que todas las posesiones materiales que hemos juntado y el ingreso que recibimos vienen de parte de Dios, no importando cuán mucho o poco sea.  El Señor dijo: “Mía es la plata,  y mío es el oro,  dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8). En Santiago 1:17 dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto…”.

Al nacer de nuevo hemos sido comprados por la sangre de Jesucristo. El Apóstol Pablo dijo: “Porque habéis sido comprados por precio;  glorificad,  pues,  a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,  los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20). Ya no somos de nosotros mismos; Jesucristo es el dueño de nuestras vidas. Efesios 1:14 dice que somos: “la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” Jesucristo es nuestro amo y nosotros le servimos a Él. La pregunta que debemos hacer es: ¿quién es mi amo? ¿Soy yo el dueño de mi propia vida o es el Señor? Si el Señor es el dueño de mi vida, Él también tiene que ser el dueño de mis finanzas.

Muchas veces uno piensa que realmente está sirviendo de corazón a Dios pero no ha entregado el control de sus finanzas a Dios. Muchas veces pensamos: “Este es mi casa, mi auto, mi ropa…todo es mío”. Si tenemos esta actitud no estamos reconociendo la soberanía de Dios en nuestras vidas y estamos tomando el control de nuestras propias vidas. Si no permitimos a Dios tener el control de nuestras finanzas realmente Dios no es el Señor de nuestras vidas. Cuando nosotros reconocemos que Dios es el dueño de nuestras vidas y le honramos con los bienes que Él nos ha dado, Dios comienza a bendecirnos por seguir este principio de la Palabra de Dios.

 Somos Mayordomos


Un mayordomo es uno que administra o gobierna los bienes de otra persona. Jesucristo habló bastante de mayordomos o de siervos que administraban el dinero de sus amos en sus parábolas. Cuando hablamos de la mayordomía cristiana nos referimos a la responsabilidad que Dios nos ha dado de administrar todo lo que Dios nos ha dado y esto incluye el dinero. Dios es el dueño, nosotros solo somos los mayordomos.

 La Biblia dice: “Ahora bien,  se requiere de los administradores,  que cada uno sea hallado fiel” (1Corintios 4:2). Lo que Dios  requiere de nosotros es que seamos siervos fieles; que administremos con fidelidad lo que Dios nos ha puesto a nuestro cargo, cumpliendo con nuestro deber como Él nos requiere.

El Diezmo y las Ofrendas

 En la Palabra de Dios en vemos la importancia de dar el diezmo y las ofrendas. El diezmo es el diez por ciento de nuestros ingresos que la Biblia nos enseña que debemos dar fielmente para la obra de Dios. El diezmo no debe ser menos que el diez por ciento. Si uno desea dar de corazón más que diez por ciento Dios le va bendecir en gran manera.

 Si uno no quiere dar su diezmo es porque no está dejando que Dios sea el dueño de su vida en el área de las finanzas. Si Dios es el dueño de nuestro dinero no podemos decidir que no vamos a dar el diezmo porque el dinero no es nuestro. Y como el dinero no es nuestro cuando elegimos no diezmar estamos robando lo que es de Dios. Dios pregunta en Su Palabra: “¿Robará el hombre a Dios?  Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas” (Malaquías 3:8).

 El diezmo realmente es una prueba de soberanía de Dios en nuestras vidas. Si no estamos dispuestos a dar fielmente nuestro diezmo, estamos rechazando a Él como nuestro amo y estamos tomando lo que es de Él. Si deseamos ser buenos mayordomos de los bienes que Dios nos ha dado, es un requisito dar el diezmo. Si un hijo de Dios desea Su bendición sobre sus finanzas lo primero que debe hacer es comenzar a entregar el diez por ciento a Dios.

 Demos saber que el diezmo no podemos dar a cualquier persona, sino que debe ser traído al alfolí, que es la tesorería de la Iglesia. No debemos repartir el diezmo como a nosotros nos parece. Tenemos que entregar a la casa de Dios como Él nos dice en Su Palabra.

 La Biblia dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa;  y probadme ahora en esto,  dice Jehová de los ejércitos,  si no os abriré las ventanas de los cielos,  y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

 La Bendición del Dar

 Dios prometió en Su Palabra si nosotros damos a la obra de Dios Él nos va a bendecir hasta sobreabundar. La pregunta que debemos hacer es si realmente creemos lo que la Palabra de Dios nos dice. En Malaquías 3:10 Dios nos dice “probadme en esto”.  Dios no da un desafío para probar si es cierto lo que Él promete. Si Dios nos dijo en Su Palabra entonces Él lo va a cumplir y va a derramar Su bendición sobre nuestras vidas.

 La clave para recibir la bendición de Dios abrir nuestro mano dar. Jesucristo dijo: “Dad,  y se os dará;  medida buena,  apretada,  remecida y rebosando darán en vuestro regazo;  porque con la misma medida con que medís,  os volverán a medir”  (Lucas 6:38). Si nosotros somos tacaños con la obra de Dios y cerramos nuestra mano estamos cortando la bendición de Dios en nuestras vidas. Si nosotros abrimos nuestra mano para dar, con la misma medida que nosotros damos, Dios va a devolver en nuestra mano para invertir en la obra de Dios.

Es una Cuestión de Fe

 El dar es una cuestión de fe. Hay algunos que no dan sus diezmos y ofrendas porque ellos piensan que si ellos dan a la obra de Dios faltará en sus casas para las necesidades para ellos y sus familias.  Eso es porque ellos ven el diezmo como algo que les pertenece y no tienen la fe para abrir sus manos para dar lo que es de Dios. Si nosotros creemos que nos va a faltar si nosotros diezmamos es porque no tenemos la fe para creer que Dios va a proveer para nosotros. Es porque no creemos realmente que Dios nos va a bendecirnos si obedecemos Su Palabra y no creemos que Dios tiene el poder para suplir nuestras necesidades. 

Jesucristo dijo que nuestro “Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,  y todas estas cosas os serán añadidas(Mateo 6:32-33). El Salmista declaró: “No he visto justo desamparado,  Ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37:25). Dios siempre cumple Su Palabra. Si nosotros primeramente buscamos Su reino, Dios va a proveer para nuestras necesidades.

 Perdemos la Bendición por No Dar

Hay muchos hermanos que no tienen la bendición de Dios sobre sus finanzas porque no han rendido a Dios en el área del dar. Dios dijo a Su pueblo: “Malditos sois con maldición,  porque vosotros,  la nación toda,  me habéis robado (Malaquías 3:9).” El pueblo de Israel había perdido la bendición de Dios porque había dejado de dar sus diezmos y ofrendas. Si nosotros somos conocedores de la Palabra de Dios y rehusamos obedecerlo en cuanto al diezmo es posible que por esa razón nuestras finanzas no sean bendecidas y por consecuencia siempre nos cuesta llegar a fin de mes. Al parecer siempre hay enfermedades que aparecen, cuentas que se acumulen, gastos imprevistos que surgen y nos encontramos luchando para sostenernos.

Pero Dios dijo que si nosotros damos el diezmo y las ofrendas Él nos da esta promesa: “Reprenderé también por vosotros al devorador,  y no os destruirá el fruto de la tierra,  ni vuestra vid en el campo será estéril… Y todas las naciones os dirán bienaventurados;  porque seréis tierra deseable...” (Malaquías 3:11-12). Dios atajará a la obra de Satanás de sacarnos la bendición que es para nosotros y vamos a comenzar a recibir lo que Dios ha desea para nuestras vidas. Las ventanas de los cielos van abrir y nuestras finanzas comenzarán a ser bendecidas y lo que antes nos costaba mucho ya comenzará a salir adelante.

El Diezmo es para Hoy en Día

Algunos quieren objetar al diezmo diciendo que el diezmo fue solamente para el Antiguo Testamento y como ya estamos en la dispensación de la gracia ya no es una obligación para los creyentes en estos tiempos. Lo que hay que saber es que Dios considera el no dar el diezmo y la ofrenda como robar lo que es de Él. La prohibición de robar es uno de los diez mandamientos, los cuales todavía seguimos aunque estamos en la dispensación de la gracia, porque son parte de la ley moral de Dios. Todavía Dios nos pide seguir la ley moral aunque no seguimos las leyes civiles y ceremoniales que estaban vigentes bajo la ley de Moisés.   

 También tenemos que tener en cuenta que la práctica de diezmar no solo es un mandamiento de la ley. El diezmo se practicaba antes de la ley. El diezmo fue practicado por Abraham (Génesis 14:18-20) y fue practicado también por Jacob (Génesis 28:22). El diezmo más que ser un mandamiento es un principio en la Palabra de Dios, que nos enseña si nosotros damos a la obra de Dios Él nos bendice.  

Jesucristo no deshizo del diezmo cuando Él vino sino dijo: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios (Marcos 12:17). Jesús hablando de los diezmos dijo que los fariseos tenían que hacer “la justicia, la misericordia y la fe”. Y dijo: “esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23). Jesús estaba en favor que ellos diezmen, pero no estaba en favor de su hipocresía. 

Además de esto, aunque no encontramos directamente el uso de la palabra “diezmo”, si encontramos claras referencias al diezmo en el Nuevo Testamento. 1 Corintios 9:13-14 dice: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas,  comen del templo,  y que los que sirven al altar,  del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.” Esto es una referencia directa al sistema de diezmos y ofrendas que estaba instituido bajo la ley de Moisés y aplica su uso a la Iglesia en la dispensación de la gracia.

El Propósito de Diezmo

También esto habla del propósito que cumple el dar el diezmo. Números 18:23-24 dice: “Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión… y no poseerán heredad entre los hijos de Israel. Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda...” El diezmo era dado para los sacerdotes y levitas para que ellos se dediquen completamente al servicio del Señor.

El Apóstol Pablo dijo que así mismo como los sacerdotes y levitas recibían su sostén económico del diezmo así mismo el Señor ordenó a los que anuncian el evangelio que vivan del evangelio. Podemos entonces entender claramente el propósito de los diezmos en la Palabra de Dios: es la voluntad de Dios que cada congregación pueda dar sus diezmos, y así de esta manera los que se dedican al servicio del ministerio, que son ministros llamados por Dios, puedan dedicarse completamente a la obra del Señor. El Apóstol Pablo refuerza este principio diciendo: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla;  y: Digno es el obrero de su salario” (1 Timoteo 5:17-18).

Los pastores también deben diezmar y ofrendar así como todos los creyentes de la misma manera como tenían que hacer los sacerdotes y levitas siendo un ejemplo a la congregación (Números 18:26-28).

No es la voluntad de Dios que un Pastor siempre tenga que trabajar un trabajo secular y no tenga el tiempo para cumplir su función de ministro. Un ministro que tiene el tiempo para orar, estudiar la Palabra de Dios y visitar las almas podrá ser mucho más efectivo en su trabajo y la iglesia verá el crecimiento por el tiempo invertido completamente en la obra de Dios.

La Importancia de la Ofrenda

 La ofrenda es un monto que uno da del corazón; es algo que uno mismo elige para dar al Señor voluntariamente. La ofrenda también es una demostración de nuestra fe en Dios. Muchas veces Dios en un culto toca nuestro corazón para dar un monto específico y  respondemos en fe obedeciendo a lo que sentimos de parte de Dios. Aun Dios nos puede tocar cuando tenemos poco o cuando es un sacrificio para dar para probar nuestra fe y es a través de nuestra fe en Él que vemos que Dios milagrosamente suple nuestras necesidades. 

 El Significado de las Primicias

 Las primicias eran un tipo de ofrenda que daban los hijos de Israel en el Antiguo Testamento. Cuando llegaba la cosecha ellos apartaban una porción de fruto del campo para dar a Dios.  La cantidad de la primicia era según el corazón de cada de uno, aunque era obligatorio en su carácter. Según la Biblia las primicias pertenecen a Dios (Éxodo 22:29,23:19, Deuteronomio 26:10). Cuando cada Israelita veía los primeros frutos de la cosecha ellos elegían la parte que iban a entregar a Dios con el requisito de que sea de lo mejor de la cosecha.

 El principio que podemos deducir de la ofrenda de primicia es que debemos dar libremente de corazón de Dios en repuesta a la bendición que Dios nos da encima del diezmo que acostumbramos dar y que siempre debemos dar lo mejor a Dios.

El Motivo de Dar a la Obra de Dios

 Lo que debemos entender en cuanto a dar los diezmos y las ofrendas es el principio de la bendición de dar a Dios. Es importante entender que Dios nos requiere como buenos mayordomos dar el diez por ciento de nuestro sustento para la obra de Dios y debemos dar libremente de corazón poniendo a Él primero y reconociendo Sus bendiciones  en nuestras vidas.

 El Apóstol Pablo enseña: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente,  generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza,  ni por necesidad,  porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,  a fin de que,  teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,  abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:6-8). Si nosotros somos generosos para con la obra de Dios, Dios nos ha prometido bendecirnos.  Él ama el dador alegre y quiere que aprendamos a dar con fe y con generosidad.

¿Cómo podemos hacer llegar este evangelio a este mundo si no tenemos los recursos espirituales y económicos para hacerlo? Con el principio de dar a la obra de Dios a través de nuestros diezmos y ofrendas Dios ha provisto Su plan para que el evangelio sea predicado en todo el mundo y a través de la Gran Comisión las almas sean salvadas. Siempre me llama atención las personas que están en contra el diezmo. Muchos no solo están en contra del diezmo personalmente, pero también no quieren que otro lo haga y muchas veces ellos son los primeros para pedir favores a la Iglesia o deber a la Iglesia. Esto es porque no han entregado sus finanzas a Dios y no comprenden la bendición de dar.

Cuando los creyentes responden por fe para dar a la obra de Dios, Dios derrama Su bendición sobre la Iglesia. Dios ya nos ha provisto el modelo perfecto para que Su para el evangelio sea extendido y la Iglesia sea sostenida. Cuando aprendemos la bendición de ser buenos mayordomos comenzaremos a ver las bendiciones de Dios que solo  vendrán por ser fiel a Su Palabra y tener fe en Su nombre.

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