Según el Diccionario de la Real Academia Española la palabra ungir
significa “aplicar a algo aceite… extendiéndola superficialmente”. También
significa “signar con óleo sagrado a alguien, para denotar el carácter de su
dignidad, o para la recepción de un sacramento o elegir a alguien para un
puesto o para un cargo”.
Cuando hablamos acerca de la
unción en la Biblia casi siempre referimos a una transferencia espiritual o una
transferencia de autoridad de parte de Dios al hombre. Los sacerdotes, profetas
y reyes eran ungidos para desempañar el oficio que se le había concedido por
Dios mismo. En el Antiguo Testamento siempre vemos el uso del aceite de la
unción para ungir a los sacerdotes y a los reyes.
“Y harás de ello el aceite de la santa unción;
superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción
santa… Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean
mis sacerdotes” (Éxodo 30:25, 30).
“Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo:
Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. Sobre carne
de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su
composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros” (Éxodo 30:31-32).
Dios le ordenó a Moisés a ungir a
Aarón para consagrarlo para el sacerdocio: “Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y
le ungirás” (Éxodo 29:7).
Note que el aceite de la unción no era
cualquier aceite. El aceite de la unción no podía ser copiado. No podía tener
otro uso que no sea de ungir el tabernáculo, sus utensilios, y ungir a los
sacerdotes.
El aceite de la unción hace referencia a la
santidad de Dios. Junto con el aceite de olivo, sus ingredientes, la mirra, el
cálamo y la casia son especies raras y costosas, el cual implica que Dios
merece lo mejor.
El ser consagrado habla de ser separado para el
servicio de Dios, significa ser santificado por Dios. El aceite de la unción
simboliza el Espíritu de Dios, el cual nos purifica y nos santifica y nos
aparta para Su servicio. Es una transferencia de Dios al hombre.
David fue ungido con la santa unción: “Entonces
hablaste en visión a tu santo, Y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es
poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo. Hallé a David mi siervo; Lo
ungí con mi santa unción” (Salmos 89:19-20). Esto hace referencia al ungimiento
del Mesías para salvar a Su pueblo de su pecado.
Nosotros al recibir el Espíritu Santo hemos
recibido Su unción. El Apóstol Juan dijo
a la Iglesia: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las
cosas” (1 Juan 2:20). Es quiere decir que hemos recibido Su Espíritu, hemos
sido lavados, santificados, y apartados para Su servicio.
Hubo una transferencia de la santidad de Dios a
nosotros. Hubo una transferencia de la autoridad espiritual hacia nosotros.
Jesucristo dio todo por nosotros. Así como el aceite de la unción machucada y
exprimido así Jesucristo fue golpeado y maltratado para esa unción podría ser
derramo sobre nuestras vidas.
Siempre el ungir hace referencia de una
transferencia de Dios hacia el hombre, ¿pero será posible que nosotros, los que
somos impuros podemos ungir al que es Santo? ¿Será posible que nosotros
a quienes el vino para salvar de nuestros pecados, puede ungir al Ungido?
La Biblia habla del ungimiento de Jesucristo
por una mujer pecadora y también por María la hermana de Lázaro. En Mateo,
Marcos y Juan pone la ubicación en Betania en la casa de un hombre llamado
Simón el leproso. Juan identifica a la mujer como la María.
En Mateo dice que ella vino “con un vaso de
alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él,
estando sentado a la mesa” (Mateo 26:7).
Cuando los discípulos criticaron a ella por
desperdiciar el perfume…“Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues
ha hecho conmigo una buena obra...Porque al derramar este perfume sobre mi
cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura De cierto os digo que
dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se
contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella. ” (Mateo 26:10, 12-13).
En Mateo y en Marcos dice que María derramó el
aceite sobre la cabeza de Jesucristo. Sin embargo en Juan dice que ella ungió
sus pies. En Lucas la biblia dice
también que la mujer pecadora “llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies,
y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume”
(Lucas 7:38). Sin embargo Jesús en Mateo y en Marcos Jesús dijo que ella ungió
su cuerpo.
Lo que me da a entender es que esta mujer ungió
su cabeza con aceite, y ese perfume se derramó sobre él, hasta sus pies. Es
frasco de alabastro lleno de nardo era de mucho valor. El nardo puro era
un ungüento aromático importado de las montañas de la India. Tenía el valor de hasta 300 jornales diarios de
trabajo o un año de trabajo. María
quebró lo más valioso que ella tenía y lo derramo sobre Jesucristo.
“Cuando vio esto el fariseo que le
había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué
clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús,
le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. Un
acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro
cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál
de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien
perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a
Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas
ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me
diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No
ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo
cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas
aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:39-47).
Lo que Jesús estaba haciendo entender es que
esta mujer estaba devolviendo en adoración de lo que ella había recibido. Nosotros
hemos recibido una deuda que no podemos pagar. No hay manera de pagar a
Jesucristo por lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz. Pero podemos en amor
derramar nuestras almas a Él, quien nos dio la vida, nos dio el perdón de
pecado, nos ha santificado, nos ha purificado, nos ha tocado con Su santo Unción
a los que no merecíamos.
Quiero devolver a Él de lo recibido por Él, porque
en mi mismo no tengo nada que ofrecerle. Yo no soy santo en mí mismo, pero hoy
quiero derramar mi alma delante de Él. Quiero derramar mi adoración y mis lágrimas
y ungir a Jesús.
Qué triste es invitar al Rey de gloria a tu
casa y no darle el reconocimiento que Él merece. “Simón, no me diste beso. Pero ella no para de besar mis pies. No ungiste
mi cabeza con aceite. Pero ella con perfume ha ungido mis pies.” En muchos
servicios podemos pasar por alto, la presencia de aquel que es el más
importante de todos, Jesucristo.
Quiero ungir Su
cabeza declarándole el Rey. Quiero ungir sus pies declarándome su que soy Su
esclavo. Quiero ungir el cuerpo del Señor en preparación de sepultura. La sepultura es la antesala de la resurrección.
El cuerpo tenía que ser preparado después de su muerte. “...Porque al derramar este perfume sobre mi
cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura” (Mateo 26:12). Cuando
ungimos a Jesucristo como nuestro Rey. Cuando derramamos nuestras vidas a sus
pies como sus siervos. Cuando devolvemos a Él lo que Él ha dado a nosotros. Estamos preparando Su
resurrección.
Cuando ungimos a Jesús
reconocemos quien el Es y quienes somos nosotros. Él es nuestro Rey y nosotros
sus siervos. Estamos preparándonos para que Él manifieste Su poder y autoridad.
Hoy quiero ungir a Jesús
con mi adoración, mi vida y mi sed. De lo que Él me ha dado, hoy yo le entrego
sin reservas.
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