Cuando la Biblia habla sobre el corazón está hablando del centro de nuestros pensamientos y emociones, el cuál es nuestra mente. Si lo creemos o no, nuestras emociones y reacciones en la vida son el resultado de nuestra respuesta a pensamientos que vienen a nuestra mente. Por eso no todo pensamiento que viene a nuestra mente debemos hacer permanecer. Tenemos echar lo pensamientos negativos, los pensamientos pecaminosos y carnales. Porque el diablo le encanta poner pensamientos en nuestra mente y ver la destrucción que causa en las vidas. También tenemos que desviar nuestros pensamientos cuando nuestra carne u hombre natural se quiere manifestar en nuestra vida.
Necesitamos una mente espiritual.
Tener una mente espiritual es tener la mente de Cristo. Es un estado que
cualquier hijo de Dios puede obtener si puede hacer morir el pecado y a través
de eso cambiar el pensamiento carnal o pecaminoso. Es allí cuando comenzamos a tener una mente
espiritual. Cuando respondemos al arrepentimiento y renunciamos el pecado hay
una transformación que esta ocurriendo en nuestra mente.
El Apóstol Pablo nos amonesta: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).” Tiene que haber una transformación de nuestra mente si vamos a ser un hijo de Dios que vive en victoria. Tienes que presentarte a Dios como un sacrificio vivo. Tienes que tomar una decisión en tu mente que tu quieres dejar el pecado. Tienes que tomar una decisión en tu mente que quieres cambiar.
Para el mundo esto es una locura. El mundo piensa que estamos locos para morir a nuestros deseos de la carne porque piensan que vivir en el pecado el vivir. Ellos piensan que los vicios del alcohol, los cigarrillos, y las drogas es vivir. Ellos piensan el sexo ilícito, la fornicación y el adulterio es vivir. Ellos en piensan que el engaño, la mentira, y el robar es vivir. Tristemente sus mentes están cautivos por el pecado porque están cautivados por los pensamientos de su corazón.
Pero “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:1-2)
Para la mente carnal esto es locura porque: “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8). La mente carnal le es locura orar, es una locura permanecer en la presencia de Dios. La mente carnal no puede entender porque una persona va a desear abstener del pecado. No entiende porque uno no puede como hijo de Dios mentir, engañar, o satisfacer los deseos carnales. La mente carnal no entiende porque uno va a abstener de ver promiscuidad por la televisión, los DVD o el internet. La mente carnal no entiende porque uno va abstener sus labios de hablar chismes y hacer murmuraciones o hablar de cosas sucias. La mente carnal no entiende que hay guardar los pensamientos y alimentar nuestra mente con lo espiritual. ¡Necesitamos la mente de Cristo!
Ser guiado por Dios es ser
transformado en tu mente y esa transformación de tu mente ocurre cuando tomamos
una decisión firme en nuestra mente para Dios. Cuando hacemos morir a nuestros
deseos pecaminosos a través del arrepentimiento es allí que el Espíritu Santo
toma control y podemos ser guiados por el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo
que nos guía al arrepentimiento a tomar esa decisión y es el Espíritu Santo que
nos llena y nos sigue guiando a través de nuestra vida cristiana. Es por medio que la guía de la mente
espiritual, que es la mente de Cristo, que podemos vivir una vida cristiana en
victoria. ¡Necesitamos la mente de
Cristo!
“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios… En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” ( 2 Corintios 2:15). La palabra “juzga” aquí en el griego significa escudriñar o investigar. La mente espiritual va a escudriñar todas las cosas. La mente de Cristo va a escudriñar su corazón. ¿Tengo yo algo que debo cambiar de mi actitud? ¿Estoy haciendo la voluntad de Dios? Una mente renovada tiene el deseo de hacer la voluntad de Dios. Una mente renovada desea limpiar en la sangre de Jesucristo de todo pecado. Una mente renovada está dispuesto a humillar su espíritu delante de de Dios y decir: “Que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Uno con una mente espiritual compara lo espiritual con lo espiritual. Esta escudriñando si realmente me conviene hacer o decir o participar en algo porque tiene el deseo de primero agradar a Dios. Somos guiados por las cosas “que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13).
“Así que, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos
12:1-2).
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