miércoles, 6 de febrero de 2013

Necesitamos la Mente de Cristo

Porque  ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre,  sino el espíritu del hombre que está en él?  Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios,  para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos,  no con palabras enseñadas por sabiduría humana,  sino con las que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura,  y no las puede entender,  porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas;  pero él no es juzgado de nadie. Porque  ¿quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién le instruirá?  Más nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:11-16)

 El Apóstol Pablo declaro: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,  porque para él son locura,  y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente… más nosotros tenemos la mente de Cristo.” El Apóstol explica a la iglesia de Corinto que el hombre natural o carnal no puede percibir ni entender las cosas de Dios. Las cosas de Dios para el hombre o la mujer natural son locura. La razón que no pueden entender las cosas espirituales es que uno nunca puede entender a Dios con su carnalidad.  El viejo hombre, el hombre que está viciado del pecado nunca va a entender el hombre nuevo y espiritual.  La única manera de entender lo espiritual es con lo espiritual. Si tú quieres comenzar a caminar en victoria con Jesucristo tienes que hacer morir las obras de la carne, tienes que despojar del viejo hombre, tienes que renunciar al pecado.  Tienes que cambiar tu mente.  Eso es la clave para vivir una vida victoriosa en Jesús.

 La batalla está en tu mente.  El diablo sabe si él puede controlar tu mente él puede controlar tu mente él puede controlar todo tu persona. Él puede controlar tus sentimientos, tus pensamientos, tu conversación, y tus acciones. Y estando todavía atado en la condición del pecado no podrás cumplir el propósito y la potencial que Dios te ha dado para su gloria. Porque el diablo sabe que el hombre es lo que él piensa en su corazón (Proverbios 23:7).

Cuando la Biblia habla sobre el corazón está hablando del centro de nuestros pensamientos y emociones, el cuál es nuestra mente. Si lo creemos o no, nuestras emociones y reacciones en la vida son el resultado de nuestra respuesta a pensamientos que vienen a nuestra mente. Por eso no todo pensamiento que viene a nuestra mente debemos hacer permanecer. Tenemos echar lo pensamientos negativos, los pensamientos pecaminosos y carnales. Porque el diablo le encanta poner pensamientos en nuestra mente y ver la destrucción que causa en las vidas. También tenemos que desviar nuestros pensamientos  cuando nuestra carne u hombre natural se quiere manifestar en nuestra vida.  

 Es por eso que Dios nos dice: “Sobre toda cosa guardada,  guarda tu corazón;  Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). En este versículo el verbo “mana” viene de dos palabras en el hebreo que significa salir y hasta el borde o frontera.  Su implicación es lo que somos en la vida sale de adentro o fluye de nosotros.  Sale al otro lado, o en otras palabras si o si se refleja por afuera lo que somos por dentro, porque nuestra vida va demostrarse y fluir de lo que somos de adentro. 

Necesitamos una mente espiritual. Tener una mente espiritual es tener la mente de Cristo. Es un estado que cualquier hijo de Dios puede obtener si puede hacer morir el pecado y a través de eso cambiar el pensamiento carnal o pecaminoso.  Es allí cuando comenzamos a tener una mente espiritual. Cuando respondemos al arrepentimiento y renunciamos el pecado hay una transformación que esta ocurriendo en nuestra mente.

El Apóstol Pablo nos amonesta: “Así que,  hermanos,  os ruego por las misericordias de Dios,  que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,  santo,  agradable a Dios,  que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo,  sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,  para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,  agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).” Tiene que haber una transformación de nuestra mente si vamos a ser un hijo de Dios que vive en victoria. Tienes que presentarte a Dios como un sacrificio vivo.  Tienes que tomar una decisión en tu mente que tu quieres dejar el pecado. Tienes que tomar una decisión en tu mente que quieres cambiar. 

 Es más que una respuesta emocional, es algo más que lo que uno hace porque los que están alrededor  lo hacen. Es una respuesta consciente, es una decisión firme que yo estoy renunciado el pecado y no quiero ser la misma persona que fui. Es decir: “Yo decido entregarme completamente a Jesús y ser una persona totalmente diferente”. Es en ese momento que la transformación ocurre.  Es en ese momento que el Espíritu Santo puede tomar control. Es en ese momento que obtenemos la victoria. Porque nuestros pensamientos han sido transformados por el Espíritu de Dios.

Para el mundo esto es una locura. El mundo piensa que estamos locos para morir a nuestros deseos de la carne porque piensan que vivir en el pecado el vivir.  Ellos piensan que los vicios del alcohol, los cigarrillos, y las drogas es vivir. Ellos piensan el sexo ilícito, la fornicación y el adulterio es vivir.  Ellos en piensan que el engaño, la mentira, y el robar es vivir. Tristemente sus mentes están cautivos por el pecado porque están cautivados por los pensamientos de su corazón.

Pero “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,  los que no andan conforme a la carne,  sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:1-2) 

 En el versículo cinco y seis de Romanos capitulo ocho nos explica lo que lo que es andar conforme a carne y lo que es andar en el Espíritu cuando dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;  pero los que son del Espíritu,  en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte,  pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. (Romanos 8:5-6)

 El hombre es carnal porque su mente está gobernada de pensamientos carnales.  La persona carnal piensan en lo carnal y el ocuparse en la carne es la muerte espiritual.  La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué estamos alimentando nuestra mente?  Eso va a determinar si somos carnales o espirituales.  El que es espiritual piensa en las cosas del Espíritu. Se ocupa de las cosas del Espíritu. El que es espiritual llega a ser espiritual porque alimenta su vida espiritual.  El hombre espiritual lee y mediata la palabra de Dios, busca y se renueva en la oración, busca hermanos de fe para compartir y fortalecerse.  Esto es porque tienen una mente renovada.

Para la mente carnal esto es locura porque: “los designios de la carne son enemistad contra Dios;  porque no se sujetan a la ley de Dios,  ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8). La mente carnal le es locura orar, es una locura permanecer en la presencia de Dios.  La mente carnal no puede entender porque una persona va a desear abstener del pecado. No entiende porque uno no puede como hijo de Dios mentir, engañar, o satisfacer los deseos carnales.  La mente carnal no entiende porque uno va a abstener de ver promiscuidad por la televisión, los DVD o el internet. La mente carnal no entiende porque uno va abstener sus labios de hablar chismes y hacer murmuraciones o hablar de cosas sucias. La mente carnal no entiende que hay guardar los pensamientos y alimentar nuestra mente con lo espiritual. ¡Necesitamos la mente de Cristo!

 Pero el Apostol Pablo dijo: “Mas vosotros no vivís según la carne,  sino según el Espíritu,  si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.  Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,  no es de él…. porque si vivís conforme a la carne,  moriréis;  mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,  viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:9-10,13-14)

 Ser guiado por Dios es ser transformado en tu mente y esa transformación de tu mente ocurre cuando tomamos una decisión firme en nuestra mente para Dios. Cuando hacemos morir a nuestros deseos pecaminosos a través del arrepentimiento es allí que el Espíritu Santo toma control y podemos ser guiados por el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo que nos guía al arrepentimiento a tomar esa decisión y es el Espíritu Santo que nos llena y nos sigue guiando a través de nuestra vida cristiana.  Es por medio que la guía de la mente espiritual, que es la mente de Cristo, que podemos vivir una vida cristiana en victoria.  ¡Necesitamos la mente de Cristo!  

 Es por eso que el Apóstol Pablo dijo: “Nadie conoció las cosas de Dios,  sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,  sino el Espíritu que proviene de Dios” (2 Corintios 2: 11-12). No hemos recibido el Espíritu del mundo. Hemos recibido el Espíritu de Dios!

“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios… En cambio el espiritual juzga todas las cosas;  pero él no es juzgado de nadie” ( 2 Corintios 2:15). La palabra “juzga” aquí en el griego significa escudriñar o investigar. La mente espiritual va a escudriñar todas las cosas.  La mente de Cristo va a escudriñar su corazón. ¿Tengo yo algo que debo cambiar de mi actitud? ¿Estoy haciendo la voluntad de Dios? Una mente renovada tiene el deseo de hacer la voluntad de Dios.  Una mente renovada desea limpiar en la sangre de Jesucristo de todo pecado.  Una mente renovada está dispuesto a humillar su espíritu delante de de Dios y decir: “Que no se haga mi voluntad sino la tuya”.  Uno con una mente espiritual compara lo espiritual con lo espiritual.  Esta escudriñando si realmente me conviene hacer o decir o participar en algo porque tiene el deseo de primero agradar a Dios.   Somos guiados por las cosas “que enseña el Espíritu,  acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13).

 El enemigo quiere hacernos cautivos por los pensamientos del pecado, la mente del hombre natural “Más nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). ¡Necesitamos la mente de Cristo!

 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).

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