Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas
Rut se quedó con ella. Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo
y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me ruegues que te
deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y
dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun
me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. (Rut 1:14-17)
Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha
enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.
Fueron, pues, ambos. (2 Reyes 2:6)Jacob, aquel que su nombre significa “él que agarra el calcañar”, el engañador, el que tomo la bendición de su hermano por engaño y que vivió con la mentira, se encontró luchando en la oscuridad por su vida. Toda la vida Jacob había luchado por la bendición. Había hecho decisiones equivocados. Había corrido de su hermano Esaú, trabajando en tierras lejanas para olvidar la realidad de su vida…hasta encontrarse esa noche con un hombre.
Jacob no podía ver con quien él estaba luchando, pero hacía lo que estaba dentro de él. En él había una fuerza, había un hambre, una pasión por recibir la bendición de Dios que no podía ser apagado. Desde el vientre de su madre él ya estaba extendiendo su mano para alcanzar, para agarrarse de la bendición de Dios. Él vivía con un temor, luchaba con ese temor…pero el ímpetu dentro de él lo hacia para seguir empujando, para seguir luchando.
Mientras Jacob
luchaba el Ángel le tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyunto el
muslo de Jacob por él varón. Algo cambio para siempre en la vida de Jacob, Él
quedo destinado para caminar diferente por toda su vida. Jacob quedó marcado
por su encuentro con Dios. Jacob era destinado para ser diferente. Él ya no iba
ser el mismo que antes…el viejo Jacob terminó ese día. El engañador, el
mentiroso estaba por cambiar su nombre.
Jacob: luchando
por la bendición espiritual
El ángel dijo: “Déjame, porque raya el
alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”. La bendición
espiritual no es alcanzado por tu merito. Jacob no merecía la bendición. Él era
el segundo, él no era el primogénito. Pero él tenía una fuerza interior, un
ímpetu, una pasión. ¿Que fue lo que hizo que Dios diga: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Romanos
9:13)? Fue porque había un deseo de alcanzar la bendición de Dios. Mientras
Esaú menosprecio su primogenitura por un plato de lentejas, Jacob tenía
la actitud que decía: “No te dejaré si no me bendices”.
El profeta Oseas dijo de Jacob: “En el
seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.
Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí
habló con nosotros” (Oseas 12:3-4). Hay muchos que no están dispuestos a luchar
para la bendición espiritual. Como Esaú, lo toman livianamente como un derecho
adquirido por nacimiento. Hay personas sentados en la Iglesia que no tiene una
noción de agradecimiento, ni se les ocurra la grandeza del privilegio de la
salvación y la presencia de Dios que ellos disfrutan en sus vidas.
Hay muchos que toman este privilegio santo
como algo ligero…pero hay otros que tienen el espíritu de Jacob…es un espíritu
hambriento de la bendición de Dios. Es una actitud que reconoce la indignidad
de su posición, pero sin embargo se agarra fuertemente de la promesa. ¡Yo
reconozco que no soy digno de la bendición de Dios! ¡Pero mi anhelo es tener el
favor de Dios sobre mi vida! ¡Quiero tener la presencia de Dios en mi vida!
¡Estoy dispuesto a luchar por al bendición! ¡Estoy dispuesto a sacrificarme
para recibir la bendición!
Jacob no se conformó con menos que su
herencia. ¡Yo no quiere conformarme y ser menos del potencial que Dios ha
puesto en mí! ¡No quiero por un espíritu conformista ser menos que mi llamado!
“Y el varón le dijo: No se dirá más tu
nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has
vencido… Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel;
porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma” (Génesis 32:28-30).
Alguien hoy no va salir de este culto igual. Has venido luchando. No te has
rendido…algunas veces lo único que has podido hacer es agarrarte de Dios y no
soltarte. Alguien ha venido hoy que ha cometido tus errores pero has decido no
soltarte de la bendición. Alguien ha decidido no soltarte de lo que Dios ya te
ha prometido. Alguien hoy se va a inspirar a luchar como nunca ha luchado en el
pasado, sobre alguien hoy va caer la bendición. Tú no vas a ser igual.
Dios hoy va cambiar tu nombre…no serás mas
Jacob sino Israel…que significa “uno que reina con Dios”. Dios esta
por elevar a alguien; porque has luchado y has vencido. No serás igual. ¡Alguien hoy
necesita clamar: No te dejaré sin no me bendices!
Rut: luchando por la promesas de Dios
Encontramos en el libro de Rut la determinación
de Rut para no dejar a Noemí. Rut es un ejemplo para nosotros de nunca
abandonar las promesas de Dios. Noemí, quien había vivido mucho tiempo
tierras lejanas de su hogar, donde había muerto su marido y después sus dos
hijos. Ella escuchó que había provisto en la casa de Judá y se levantó con sus
dos nueras para volver a su tierra. Noemí, que estaba aparentemente
desamparada, abandonada y con amargura en su espíritu por las situaciones
adversas que había enfrentado…sin que ella se dé cuenta ella estaba cargada de promesas
de parte de Dios para su vida.
“Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad,
volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia,
como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis
descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz
y lloraron, y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo” (Rut
1:8-10).
Y Noemí les dijo: “…No, hijas mías; que
mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra
mí. Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas
Rut se quedó con ella” (Rut 1:13-14). Ofra volvió hacia atrás. Ella volvió a Moab.
Iba ser más fácil en Moab…mas Rut se quedo con Noemí. Había algo en Noemí
que Rut deseaba para ella misma. Ella, después de conocer al Dios de Noemí, después que ella veía como
Noemí servía a su Dios, como ella adoraba a su Dios, ya no se conformaba con
servir más a los dioses de Moab. Era porque Noemí era hija de la promesa. Ella
era una hija de Abraham y Rut, aunque ella era una moabita, aunque no era
digna, aunque no tenía parte en la promesa…ella veía la promesa en Noemí y ella
se agarró de esa promesa.
“Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha
vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. Respondió Rut: No me
ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré
yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi
Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová,
y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut
1:15-17).
Se podría traducir las palabras que dijo
Rut en el hebreo: “No me ruegues soltarte y volver atrás”. Ella estaba diciendo:
“Yo no voy a volver a Moab. Estoy aferrada a la promesa”. Rut no miró la
situación en que ella se encontraba…ella miró las promesas de Dios.
Una persona que va en búsqueda a las
promesas está dispuesta a hacer sacrificios. Cuando todo parece estar mal,
cuando parece que no hay razón para seguir mirando con nuestros ojos naturales…
todavía no esta dispuesto a soltar las promesas de Dios. Hay promesas de parte
de Dios y eso nos hace decir: “¡No te dejaré! ¡Yo no vuelvo
atrás!” Quiero decir a alguien hoy… no todo esta perdido…no te sueltes de las
promesas de Dios. Dios te grandes promesas para aquellos que rehúsan soltar de
la bendición.
Después que habían llegado
a Belén Rut le dijo a Noemí:
“Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de
aquel a cuyos ojos hallare gracia”… (Rut 2:2). Ella había escuchado que había
un pariente cercano que se llamaba Booz que era el dueño del campo.
Rut
no se quedó donde ella estaba…ella se posicionó para recibir la promesa. Ella
se fue “en pos de los segadores” (Rut 2:3). Los que desean recibir las promesas
de Dios no se quedan lamentándose por su situación difícil, no se quedan
chupando el dedo, se levantan y van al campo de Aquel que les puede dar la
cosecha.
Si
tú quieres recibir la bendición tú tienes que posicionarte para recibirlo. Ella
se acercó a él que podía redimirle. No importa si estas pasando tu momento mas
difícil en tu vida, en tu familia, en tu iglesia…no te quedes…ve al
campo…porque es en campo que vas a recoger la cosecha… aunque sea un pocito, Él
dueño del campo te esta mirando…
“¿De
quien es esta joven?” pregunta Booz. El mayordomo le responde: “Es la joven
moabita que volvió con Noemí” (Rut 2:5-6). Dios esta mirando tu lucha… Dios
sabe donde has estado…Dios te tiene el mira. Alguien necesita decir hoy: “¡No
te dejare!”
Así como
Rut…el dueño del campo va ordenar que bebas de su agua…que comas en su mesa, y
que lleves más trigo a tu casa que el día de ayer. No importa que comiences
pequeño…ve detrás los segadores… y tu cosecha va a crecer…va a ver las promesas
de Dios comenzar a cumplir en tu vida. Posiciónate en el lugar correcto…en el
campo. Posiciónate en oración. Posiciónate en ayuno. Posiciónate ganando
almas…ve al campo.
Nuevamente
vemos como Rut se posicionó, siguiendo las instrucciones de Noemí, para recibir
las promesas de Dios en su vida en la era de Booz. “Y cuando Booz hubo comido y
bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón.
Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó. Y
aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he
aquí, una mujer estaba acostada a sus pies. Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió:
Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto
eres pariente cercano” (Rut 3:7-9). Alguien tiene que postrarse a los pies de
Jesús para ser cubierto con su manto. De la intimidad con Dios se produce el
cumplimiento de las promesas de Él. Si
tú comienzas a buscar a Él, las promesas vendrán por añadidura. El avivamiento
viene. Las promesas vienen. Alguien necesita decidir: “No te dejaré”.
Rut como fruto
de su matrimonio nació el linaje de David. Rut se embarazo con una promesa. ¿Quién
se iba imaginar que del pequeño pueblo de Belén iba a nacer Jesucristo nuestro
Salvador, el hijo y la raíz de David? “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que
actúa en nosotros” (Efesios 3:20). Dios puede hacer muchos más de lo que tú
imagines… ¡pero no dejes la promesa! ¡Alguien necesita hoy embarazarse con una
promesa!
Había promesas
que eran mucho más grandes que podía imaginar Rut, una moabita, un joven de una
tierra lejana y pagana que rehusó soltarse de las promesas de Dios. ¿Cuantas
veces uno piensa volver hacia atrás y tirar la toalla? Es tiempo de rehusar
volver atrás…estoy creyendo que la promesa viene… no importa como esta la
situación. Me voy al campo otra vez. Voy a posicionarme para recibir las promesas de Dios.
Eliseo: luchando para el manto profético
La Biblia habla la insistencia de Eliseo
para recibir la doble porción del espíritu de Elías. Vemos que anciano profeta
le dice a Eliseo: “Quédate
ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y
vive tu alma, que no te dejaré” (2 Reyes 2:2). Eliseo representa a aquellos que
hoy que tienen un anhelo que Dios les use de una manera sobrenatural,
representan a aquellos que desean ver milagros, señales y prodigios en su
ministerio, son aquellos que no se conforman a los cultos sin un mover de Dios,
son aquellos que no se conforman sin almas nuevas siendo llenos del Espíritu
Santo.
Aquí la palabra “dejaré” en el hebreo significa aflojar, soltar, renunciar, permitir (Diccionario Strong en Español). Eliseo
estaba diciendo a Elías no voy a aflojar mi postura, no voy a soltarse sin
recibir el manto profético, no voy a renunciar mi ministerio, no voy a permitir
que yo sea menos de lo que Dios tiene para mi vida.
Habrá una generación que no van a estar
satisfecho con lindos cultos y bonitos sermones. Tenemos hambre para ver un
movimiento sobrenatural del Espíritu de Dios. Tenemos un deseo que Dios use
nuestras vidas. Deseamos ver milagros ocurriendo en la Iglesia, no solo en los
cultos, sino en las calles y los barrios de nuestra cuidad. ¡Queremos ver los
ciegos ver y los cojos caminar y el evangelio predicado en todo este mundo! Dios
quiere que algunos abren su corazón para ser sensibles a Dios en el ministerio
profético y los dones de Espíritu.
“Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad” (2 Reyes 2:3). Siempre habrá esas personas pesimistas que te dirán que no puedes tener el manto. Siempre hay personas que te dirán es imposible, que Dios no puede usarnos de esa manera, que esa clase de avivamiento no existe. Cuando Dios comienza usarte siempre hay personas que van a decir: “¿Quién te crees?”.
Siempre habrá personas que no va a querer
creer en tu ministerio. Pero eso no te debe detener. Eso no te debe detener.
Busque el manto de la unción de Dios. Ponente a lado del ungido de Dios y no le
sueltes hasta que haya una transferencia de la unción de Dios. Aprende ser
usado por Dios.
“Y Elías le volvió a decir: Eliseo,
quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive
Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó” (2 Reyes
2:4). Y luego Elías fue al Jordán y nuevamente Eliseo clamó “No te dejaré”. (2 Reyes 2:6). Fue por la
tenacidad, por la determinación, por el ímpetu, y deseo de Eliseo que le hizo
seguir en búsqueda de la doble porción. Los que desean recibir una doble
porción están dispuestos hacer lo que otros no están dispuestos hacer, están
dispuestos hora de una manera que otros no están dispuesto hacer, están
dispuestos a ayunar como otros no están dispuestos hacer…porque no se
conforman…no sueltan el manto de la unción fácilmente.
Su clamor es: “¡Dios usa mi vida!”. No
importa lo que le digan los demás, hay que creer que hay un Dios que hace lo
imposible, que hace milagros, que obra de una manera sobrenatural y puede usar
una vida insignificante e inmerecida para que Su nombre sea glorificado.
“Cuando habían pasado el Jordán “Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que
haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una
doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido.
Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.” (2
Reyes 2:9-10). La petición de Eliseo fue algo grande. Es tiempo de pedir a Dios
que el use tu vida, que el manto de unción sea sobre ti. Dios te dice: “Pida lo
que quieras que haga por ti”. Crea en Dios para algo grande. Crea que Dios va
usar tu vida en otra dimensión. ¡No te dejaré! Van suceder
milagros, el ministerio profético será soltado, el Espíritu de Dios va
derramarse porque alguien ha dicho hoy: “¡No te dejare!
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