Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra. (2 Crónicas 7:14)
En nuestros tiempos no estamos en falta de
religión. Cada día más hay más iglesias, más movimientos, más actividades hecho
en el nombre de Dios. Lo que
necesitamos es Dios mismo. Necesitamos realmente buscar a Dios. Necesitamos ser
una generación que busca a Dios.
El Apóstol Pablo advertido: “También debes
saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá
hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,
calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores,
impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán
apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2
Timoteo 3:1-5).
Note que Pablo llama a esta generación “amadores de los deleites más que de
Dios”. Mirando el griego lo que significa es que son amadores del placer más que
a Dios. Específicamente esto no significa que ellos no aman a Dios, sino que su
amor por el placer es mayor.
Estamos en un tiempo que la tecnología ha hecho
que el entretenimiento no solo está en el reproductor de DVD o la televisión,
ni siquiera solo en la computadora sino que está en la palma de nuestra mano
con los celulares inteligentes. Nuestra sociedad cada día más y más está siendo
adicta al entretenimiento y el placer. Estamos tan distraídos y centrados en
agradar nuestros deseos momentáneos que se dificulta conectar con Dios.
Muchos aman a Dios, realmente tienen un deseo
sincero de servir a Dios, pero están desconectados con Dios. Hay tantas otras
cosas que están llamando nuestra atención sea el trabajo, las luchas, el
placer, la ambición, los amigos, que aparente que no tienen el tiempo, ni la
pasión para ser uno que verdaderamente busca de Dios.
Pablo dijo: “Estas siempre están aprendiendo, y
nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:7).
Aparentemente al parecer uno ya sabe todo, pero llega el conocimiento pleno de
la verdad, que es una relación transformadora con Jesucristo. Es por eso que Él
murió en la cruz. Es por eso que estamos aquí en la Iglesia. Podemos tener la
apariencia de piedad, la apariencia externa de ser un cristiano: sabemos lo
debemos decir en el momento correcto, sabemos que hacer en el momento correcto,
sabemos cómo vestir en el momento correcto pero negamos la “eficacia” (verso 5)
o en el griego el “dúnamis” de donde viene la palabra dinamita. Específicamente poder milagroso. Quiere decir podemos
tener la apariencia de cristianos pero negamos el poder milagroso de Dios.
Pablo advierte: “Porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán
maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído
y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4). La palabra “sufrirán” aquí
significa “soportar” o “aguantar”. La gente no va a aguantar escuchar la verdad
de Palabra de Dios. Le va aparecer algo “pesado”. Quieren a buscar predicadores
que van decirles lo que ellos quieren escuchar. Ellos quieren seguir en sus
propios deseos de la carne. “Volverán” o en el griego “desviaran” para
seguir a “cuentos” o mitos. Las personas creen lo que no es verdad porque no
quieren escuchar la verdad. Ellos niegan el poder milagroso de Dios.
Eso sucede cuando tenemos
religión sin Dios. Religión sin el mover de la presencia de Dios en nuestras
vidas. Religión sin cambio. Religión sin arrepentimiento, sin transformación de
nuestra mente y corazón. Religión sin relación con Dios. El mensaje de la cruz
nos cambia, porque “es poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16). Y cuando
paramos de buscar de Dios, el evangelio pierde su poder para nosotros, porque
la razón que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, la razón que Dios nos
llena con Su Espíritu Santo es para tengamos una relación real y verdadero con
Él. Ser un buscador de Dios nos transforma. Cambia nuestro pensamiento y
actitud. Somos limpiados en la sangre de Jesucristo. Nuestra búsqueda de Dios
nos da un nuevo corazón.
Isaías declaró: “Buscad a Jehová mientras puede ser
hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el
hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías
55:6-9). Busquemos a Dios. Sus caminos no son nuestros caminos. Sus
pensamientos no son nuestros pensamientos. Sus caminos son más altos. Sus
pensamientos son más altos. Nuestro problema es que pensamos que Dios se tiene
que ponerse de acuerdo y adecuarse con nuestros deseos y pensamientos. Pero no
es así. Él es el creador, nuestros la creación. Somos nosotros que tenemos que
buscar a Él. Nosotros tenemos que conectarse con Él.
Jesús dijo: “Yo soy la vid verdadera… Permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:1-5). Jesús es la
vid. Nosotros somos las ramas. Tenemos que permanecer en Él. Nosotros dependemos de Jesús. Él
es la fuente de nuestra vida. Necesitamos la savia, que es Su Espíritu para
mantenernos con vida. Sin Él nada podemos hacer. Sin estar conectados con Él
vamos a secarnos espiritualmente y morir, vamos a estar sin vida, sin dirección
espiritual.
Jesús dijo a la mujer samaritana: “Vosotros
adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación
viene de los judíos” (Juan 4:22). Jesús decía hay personas que busca a Dios,
sin embargo sin tener una revelación de quien Dios es y hay los que adoran a
Dios teniendo esa revelación. Hay los que adora conociendo y otros que adoran
sin conocer. Hay personas que no saben lo que están buscando, pero buscan a
Dios. Y hay, como los judíos, que conocen de Dios, han sido enseñando de Dios,
pero ellos no le buscan.
“Más la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también
el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24). Dios
está buscando a alguien que le busca. Alguien que le busca y le adora en
espíritu y en verdad. Es necesario adorar en espíritu y verdad. Eso habla de un
corazón abierto. Habla de un corazón dispuesto a escuchar la voz de Dios. Habla
de un corazón hambriento de la presencia de Dios. Un corazón que no viene con
sus razonamientos y pretextos, pero un corazón que es dispuesto a buscar a Dios
sin medir las consecuencias. Un alma hambriento para haber la voluntad de Dios.
Un alma entregada, sin reservas. Un adorador en espíritu y verdad.
No fue en vano que la Biblia llama a David “un hombre conforme al corazón de
Dios” aun a pesar de sus fracasos. Lo que hizo David diferente de
los demás fue su pasión por Dios. Pasión en su adoración. Pasión en su
alabanza. Pasión para la Casa de Dios. Pasión las cosas de Dios.
David delcaró:
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la
hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo” (Salmos 27:4).
“Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová” (Salmos 27:8).
“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te
buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida
donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el
santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos” (Salmos 63:1-4).
Si algo que necesitamos para ser una generación
que busca a Dios es renovar nuestra pasión por Dios. Jesús dijo de la Iglesia
de Efeso: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Apocalipsis
2:4). Jesucristo dijo de la Iglesia que estaba en Laodicea: “Yo conozco tus
obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por
cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú
dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad...”
(Apocalipsis 3:15-17). Tenemos que volver al primer amor. No tenemos que estar
tibios sin buscar a Dios, sin tener una pasión y deseo de servir a Dios. Es
tiempo que el fuego pueda arder en nuestro corazón otra vez.
En el versículo veinte Jesús revela lo que
necesitamos. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”(Apocalipsis 3:20).
Jesús está a la puerta de nuestro corazón y busca tener una relación con
nosotros. Mientras nosotros decimos que no necesitamos, que hay tenemos todos,
que ya sabemos todo… Él está a la puerta y quiere entrar en nuestras vidas.
Otro atributo que tenía David era su
disposición de humillarse delante de Dios y buscar a Dios. Hay muchos que no
pueden conectarse con Dios porque el orgullo le impide. Les resulta difícil
buscar a Dios porque no quieren humillarse delante de Dios.
David declaro: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No
quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al
corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:16-17).
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14). Es tiempo para ser una generación que
busca de corazón a D “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me
buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré
hallado por vosotros, dice Jehová… ” (Jeremías 29:12-14). Dios va a escuchar. Él
va a sanar nuestra tierra. Él va restaurar. Entraremos en Su presencia.
Quiero ser la generación que busca a Dios. Quiero
ser la generación que se entrega de corazón delante de Dios. No quiero tener
una religión vacía sin tener una relación autentica con El. Quiero ver los
cielos tocar la tierra. Quiero a Él. Quiero ser de una generación entregada a
Dios. Apasionado por El. Una generación a adora a Dios de corazón, que alaba a
Dios de una manera sincera, que ora de una manera diferente. No un show. Quiero
ser de una generación que tiene una pasión por Dios. Una generación lavada por
Su sangre, cambiada por Su poder. Quiero ser esa generación: la generación que
busca a Dios.
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién
estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha
elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. El recibirá bendición de
Jehová, Y justicia del Dios de salvación. Tal es la generación de los que le
buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob” (Salmos 24:3-6).