domingo, 14 de julio de 2013

La Pesca Milagrosa


Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. (Lucas 5:1-7)

Hemos recibido la orden celestial de “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Es tiempo de preparar la vela del barco porque es tiempo de navegar. Dios no nos ha llamado para permanecer en puerto. Dios nos ha llamado para navegar sobre el mar. Prepárate para navegar. Prepárate para que Dios use tu vida. No quiero quedarme satisfecho sin cumplir el propósito que Dios tiene para mi vida. Jesús nos dice hoy: “Boga adentro, y echad vuestras redes para pescar”.  Alguien necesita preparar tu red. Alguien necesita determinarse: “Yo voy a ser un instrumento en la mano de Dios”.

Nosotros como Iglesia podemos hablar acerca del avivamiento. Podemos hablar acerca del crecimiento, pero nunca va a suceder hasta que salgamos del puerto y comencemos a pescar. Es tiempo de ganar almas. El tiempo es ahora. El tiempo para el avivamiento es ahora. Pero tenemos que decidir de “Ir y predicar”.  

La escritura dice que cuando Jesús terminó de hablar Simón dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado…”. Hay algunos que tiene el mismo sentimiento de Simón Pedro. Ya hemos trabajado. Ya hemos orando. Hemos ayunado. Hemos evangelizado. Hemos invitado almas a la iglesia. Ya hemos hecho todo lo que nosotros podemos y sabemos hacer… pero no hemos visto el resultado. Estamos cansados. Hemos trabajado toda la noche.

Algunos han venido sintiendo desanimo. Algunos sienten sin fuerzas. Algunos sienten la tentación de quedarse en el puerto, a la orilla y no hacer nada. Algunos han querido dejar de procurar. Algunos le ha sobrevenido una actitud negativa que dice: “¿para qué voy a procurar más… si no va a pasar nada?”  

Quiero decirte que esa actitud no viene de Dios. Eso es la voz del enemigo, el diablo, que quiere hagamos caso a la carne y no al Espíritu. El Espíritu de Dios te dice hoy: “No es tiempo de parar ahora. No es tiempo de quedar a la orilla. Es tiempo de echar la red”. Alguien dice: “Ya lo hice”. Pero hoy yo te digo: “Hágalo otra vez. Echa la red otra vez”. Ore otra vez. Ayune otra vez. Predique otra vez. Abre tu boca y deje que tu vida sea un canal de bendición, otra vez. Alguien, echa la red otra vez.

Pedro tenía la clave: “más en tu palabra echaré la red”. Es eso la fe. Es la confianza en la Palabra de Dios. No está determinado por tu sentimiento, no está determinado por tu cansancio, está determinado en tu fe en la Palabra de Dios.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Eso quiere decir que la fe es creer cuando no tiene sentido. El sentido común te dice que no. La carne te dice que sí. Pero tienes una Palabra de Dios que te dice que sí. Hay personas negativas alrededor que no van a creer. Pero tienes que levantarte y decir “más en tu palabra echaré la red”. Voy a echar de nuevo la red.

Es de esa manera que funciona la fe. Algunas veces Dios deja que nosotros gastemos todos nuestros recursos y nuestras propias fuerzas e ideas y nos quedamos sin nada. Llegamos al punto que no hay nada que nosotros podemos hacer en nosotros mismos para producir el cambio, el crecimiento, el avivamiento. Hay a veces que nosotros no podemos mas pero tenemos un Dios que todo lo puede. A veces Dios deja que nosotros gastemos todos nuestros recursos y fuerzas para que nosotros nos demos cuenta que no es por nuestras fuerzas, no es por nosotros mismos. Necesitamos la dimensión de lo milagroso. Necesitamos que Dios se pueda glorificarse en nuestras vidas y es cuando nosotros no podemos mas pero ponemos nuestra confianza plenamente en el que Dios se glorifica.  

Alguien necesita decir “en tu palabra echaré la red”. Yo voy a creer otra vez. Yo voy a orar otra vez. Voy a predicar otra vez. Voy a ganar almas. Voy a dejar que Dios use mi vida. Alguien hoy va a entrar en una dimensión milagrosa. No eres tú haciendo la obra sino que es Dios haciendo la obra a través de ti.

Y la Biblia dice: “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían”. Dios tiene más una pesca más grande que nuestras redes. Dios tiene un gran avivamiento preparado para nosotros. Pero nosotros tenemos que echar la red. Esta pesca va ser tan grande que nosotros no lo vamos a poder contener. Dios quiere darnos un avivamiento tan grande que vamos a necesitar ayuda de otras barcas, otras iglesias para traer la cosecha que Dios quiere darnos. Dios quiere darnos una pesca milagrosa. Cuando Dios hace la obra todos sabrán que no es nosotros que lo hemos hecho sino que es Dios que se ha glorificado a través de nuestras vidas.

Alguien no necesita ver su circunstancia, su cansancio, no necesita que el un espíritu de desánimo robe tu fe. Es tiempo que tú puedes echar la red. Dios va a abrir una dimensión de milagros que nunca hemos visito.  

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20). Dios puede hacer mucho más de lo que podemos pedir o entender. No es por nosotros, es por el poder de Dios que actúa en nosotros. Alguien echa la red.

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