domingo, 28 de julio de 2013

Jesus mi Fiel Amigo

Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:12-13)


Desde la creación del mundo el propósito del mundo de Dios era de tener comunión con el hombre. Fue con este propósito que Dios creo al primer hombre Adán y le puso en el huerto de Edén. Dios deseaba tener un amigo, un amigo que no era un amigo por obligación, ni que era un amigo no necesidad, ni un amigo por conveniencia, sino un amigo que por el libre albedrío que había puesto en él. Dios tenía millones de ángeles que le adoraban de día y de noche, sin embargo él quería un amigo, que podría adorarle no porque era su oficio sino pero que era el deseo sincero de su corazón.

Sin embargo, fue el hombre y la mujer que Él había creado que decidieron desobedecer la voz de Dios y cometer el primer pecado. El pecado es lo que nos separa de Dios. El pecado nos trae vergüenza de la santidad y de la pureza de Dios. Fue por esta razón que cuando Dios le llamó a Adán, Adán y Eva escondieron de la presencia de Dios.

El pecado nos trae la consecuencia, nos separa de Dios, nos impide a tener una relación con Dios, nos condena a vivir con el peso de nuestro pecado.

La Biblia dice: “Porque la paga del pecado es muerte…”. La Muerte espiritual es estar separado de Dios. Es no poder tener una relación con Dios. Es no tener la paz de Dios en nuestra vida. Es no tener el gozo de Dios. Es vivir con nuestro pecado. Es no poder escapar de nuestro pasado, de nuestros errores.  Y en su finalidad cuando pasamos de esta vida significa estar separados de Dios por la eternidad.  

Pero el versículo sigue diciendo: “más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). El regalo de Dios hacia nosotros es la vida eterna en Jesucristo. Fue por esto que Jesús vino al mundo para morir por nuestros pecados. Jesús tomo sobre sí mismo el pecado que era nuestro y el murió por nosotros, en nuestro lugar.  Dios nos ama y ha demostrado Su amor derramando Su sangre en la cruz.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:8-10).

Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:12-13). Jesús es ese amigo fiel, él es el mayor amigo que dio su vida por nosotros.

1)      Jesús nos ama aunque no lo merecemos.

Nosotros no merecíamos su amor. Pero Dios muestra Su amor por nosotros, siendo nosotros pecados. Jesús murió por nosotros. Cuantas veces nosotros ponemos condiciones a las personas. Cuan fácilmente rompemos una amistad, aun de años, aun con nuestra familia porque nos han fallado. Cuan fácil guardamos rencor y enojo y el orgullo nos impide a amar. Sin embargo Jesús nos ama sin condición. Nos ama sin que lo merezcamos.  

2)      Jesús nos perdona aunque no lo merecemos.

Como seres humanos muchos no quieren perdonar. No quieren soltar del pasado. Pero Jesús nos perdona aunque no lo merecemos. La Palabra de Dios nos dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Hoy tu puedes confesar tu pecado y Jesús, nuestro fiel amigo, nos va a perdonar y limpiar de todo pecado.

3)      Jesús nos da la oportunidad aunque no lo merecemos.

Piensa en la historia del hijo prodigo. El dejo su casa, pidió anticipadamente su herencia y se fue lejos de su padre a una tierra leja para solo mal gastar todo lo que Su Padre le había dado. Ese hijo somos nosotros. Muchas veces no reconocemos a Dios. Dios nos ama. Dios nos da la oportunidad de estar en su presencia. Sin embargo, decidimos a alejar de Dios. Decidimos dar la espalda a Aquel que nos ama. En nuestro orgullo pensamos que no necesitamos de Dios. Pensamos que las bendiciones que tenemos son nuestros, y nos olvidamos quien nos ha da la vida, el trabajo y la salud. El pecado nos lleva cada vez más lejos de la presencia de Dios. Sin embargo, el Padre nunca deja de perder la esperanza toda vía. Él nos da la oportunidad aunque no merecemos. Aunque somos orgullos. Aun cuando somos soberbios. Él todavía es nuestro amigo fiel.

El hijo prodigo se encontró sin nada. Se encontró sucio, solo y abandonado por sus amigos, apacentados cerdos, desando aunque sea comer la comida de los cerdos. Y en ese momento se acordó que el tenia padre misericordioso”.

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies” (Lucas 15:17-22).

Jesús está esperando a alguien para venir a casa. Él te ama. No importa el pecado que hayas cometidos. No importa si te encuentras sucio y quebrantado por el pecado en tu vida. Hoy el extiende Su amor hacia ti.

4)      Jesús nos extiende su misericordia hacia nosotros porque compadece de nuestra necesidad.

¿Quién es tu amigo? Jesús estaba hablando con un religioso de su tiempo y la pregunto que tenía que hacer para heredar la vida eterna. Jesucristo le pregunto que decía la ley y el hombre respondió bien diciéndole que uno debía amar a Dios con toda su corazón, alma y fuerzas y a su prójimo como a sí mismo.

Lucas 10:29-37: “Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo”…

¿Quién es el verdadero amigo? Hay personas que nosotros pensamos que son nuestros amigos porque compartimos juntos, nos reímos juntos, porque hay cosas que tenemos en común. Es hombre fue golpeado, robado, ensangrentado y dejado para morir. Dos hombres religiosos pasaron de largo. No les importo. No tenían tiempo para él.

“Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia”… Un samaritano era considerado como un enemigo, un rival de los judíos. Pero nuestro Buen Samaritano, Jesús, no mira raza, color, nuestro pasado, de donde hemos venido…lo que ve es un alma necesitada. Un alma que le necesita. ¿Quién es tu amigo hoy?

“y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”.

Yo Jesucristo quiere traer sanidad a su vida. Hoy Su Espíritu quiere derramar sobre nuestras heridas, Él quiere vendar las heridas causadas por nuestro pecados, nuestras decisiones, nuestro pasado, aun las cosas que otros nos ha hecho.

La Biblia nos dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:15-16).

Jesús pregunto a interprete de la ley: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”.  

A veces nosotros queremos justificarnos y decir que estamos bien con Dios cuando no hemos perdonado a otra persona. No podemos recibir el perdón de Dios muchas veces porque nosotros mismos estamos atajando el perdón en nuestras vidas. Jesús le dijo al hombre… “Ve y haz lo mismo”. Jesús es nuestro gran amigo. Él nos ama sin condición y quiere darnos su amor.

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