Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de
Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no
con palabras enseñadas por sabiduría humana,
sino con las que enseña el Espíritu,
acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. (1
Corintios 2:11-16)
El Apóstol Pablo
declaro: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de
Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente… más nosotros tenemos la mente de Cristo.” El Apóstol explica a la iglesia de Corinto que
el hombre natural o carnal no puede percibir ni entender las cosas de Dios. Las
cosas de Dios para el hombre o la mujer natural son locura. La razón que no
pueden entender las cosas espirituales es que uno nunca puede entender a Dios
con su carnalidad. El viejo hombre, el
hombre que está viciado del pecado nunca va a entender el hombre nuevo y
espiritual. La única manera de entender
lo espiritual es con lo espiritual. Si tú quieres comenzar a caminar en
victoria con Jesucristo tienes que hacer morir las obras de la carne, tienes
que despojar del viejo hombre, tienes que renunciar al pecado. Tienes que cambiar tu mente. Eso es la clave para vivir una vida
victoriosa en Jesús.
La batalla está en tu mente. El diablo sabe si él puede controlar tu mente
él puede controlar tu mente él puede controlar todo tu persona. Él puede
controlar tus sentimientos, tus pensamientos, tu conversación, y tus acciones.
Y estando todavía atado en la condición del pecado no podrás cumplir el
propósito y la potencial que Dios te ha dado para su gloria. Porque el diablo
sabe que el hombre es lo que él piensa en su corazón (Proverbios 23:7).
Cuando la Biblia habla sobre el
corazón está hablando del centro de nuestros pensamientos y emociones, el cuál
es nuestra mente. Si lo creemos o no, nuestras emociones y reacciones en la
vida son el resultado de nuestra respuesta a pensamientos que vienen a nuestra
mente. Por eso no todo pensamiento que viene a nuestra mente debemos hacer
permanecer. Tenemos echar lo pensamientos negativos, los pensamientos
pecaminosos y carnales. Porque el diablo le encanta poner pensamientos en
nuestra mente y ver la destrucción que causa en las vidas. También tenemos que
desviar nuestros pensamientos cuando
nuestra carne u hombre natural se quiere manifestar en nuestra vida.
Es por eso que Dios nos dice: “Sobre
toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
En este versículo el verbo “mana” viene de dos palabras en el hebreo que significa
salir y hasta el borde o frontera. Su
implicación es lo que somos en la vida sale de adentro o fluye de
nosotros. Sale al otro lado, o en otras
palabras si o si se refleja por afuera lo que somos por dentro, porque nuestra
vida va demostrarse y fluir de lo que somos de adentro.
Necesitamos una mente espiritual.
Tener una mente espiritual es tener la mente de Cristo. Es un estado que
cualquier hijo de Dios puede obtener si puede hacer morir el pecado y a través
de eso cambiar el pensamiento carnal o pecaminoso. Es allí cuando comenzamos a tener una mente
espiritual. Cuando respondemos al arrepentimiento y renunciamos el pecado hay
una transformación que esta ocurriendo en nuestra mente.
El Apóstol Pablo nos amonesta: “Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os
conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta
(Romanos 12:1-2).” Tiene que haber una transformación de nuestra mente si vamos
a ser un hijo de Dios que vive en victoria. Tienes que presentarte a Dios como
un sacrificio vivo. Tienes que tomar una
decisión en tu mente que tu quieres dejar el pecado. Tienes que tomar una
decisión en tu mente que quieres cambiar.
Es más que una respuesta emocional,
es algo más que lo que uno hace porque los que están alrededor lo hacen. Es una respuesta consciente, es una
decisión firme que yo estoy renunciado el pecado y no quiero ser la misma
persona que fui. Es decir: “Yo decido entregarme completamente a Jesús y ser una
persona totalmente diferente”. Es en ese momento que la transformación
ocurre. Es en ese momento que el
Espíritu Santo puede tomar control. Es en ese momento que obtenemos la
victoria. Porque nuestros pensamientos han sido transformados por el Espíritu
de Dios.
Para el mundo esto es una locura. El
mundo piensa que estamos locos para morir a nuestros deseos de la carne porque
piensan que vivir en el pecado el vivir.
Ellos piensan que los vicios del alcohol, los cigarrillos, y las drogas
es vivir. Ellos piensan el sexo ilícito, la fornicación y el adulterio es
vivir. Ellos en piensan que el engaño, la
mentira, y el robar es vivir. Tristemente sus mentes están cautivos por el
pecado porque están cautivados por los pensamientos de su corazón.
Pero “Ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús, los que
no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:1-2)
En el versículo cinco y seis de
Romanos capitulo ocho nos explica lo que lo que es andar conforme a carne y lo
que es andar en el Espíritu cuando dice: “Porque los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne; pero
los que son del Espíritu, en las cosas
del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”.
(Romanos 8:5-6)
El hombre es carnal porque su mente
está gobernada de pensamientos carnales.
La persona carnal piensan en lo carnal y el ocuparse en la carne es la
muerte espiritual. La pregunta que
debemos hacernos es: ¿qué estamos alimentando nuestra mente? Eso va a determinar si somos carnales o
espirituales. El que es espiritual
piensa en las cosas del Espíritu. Se ocupa de las cosas del Espíritu. El que es
espiritual llega a ser espiritual porque alimenta su vida espiritual. El hombre espiritual lee y mediata la palabra
de Dios, busca y se renueva en la oración, busca hermanos de fe para compartir y
fortalecerse. Esto es porque tienen una
mente renovada.
Para la mente carnal esto es locura
porque: “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la
carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8). La mente carnal le es locura
orar, es una locura permanecer en la presencia de Dios. La mente carnal no puede entender porque una
persona va a desear abstener del pecado. No entiende porque uno no puede como
hijo de Dios mentir, engañar, o satisfacer los deseos carnales. La mente carnal no entiende porque uno va a
abstener de ver promiscuidad por la televisión, los DVD o el internet. La mente
carnal no entiende porque uno va abstener sus labios de hablar chismes y hacer
murmuraciones o hablar de cosas sucias. La mente carnal no entiende que hay
guardar los pensamientos y alimentar nuestra mente con lo espiritual. ¡Necesitamos
la mente de Cristo!
Pero el Apostol Pablo dijo: “Mas
vosotros no vivís según la carne, sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu
de Dios mora en vosotros. Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él….
porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; mas si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne,
viviréis. Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos
son hijos de Dios” (Romanos 8:9-10,13-14)
Ser guiado por Dios es ser
transformado en tu mente y esa transformación de tu mente ocurre cuando tomamos
una decisión firme en nuestra mente para Dios. Cuando hacemos morir a nuestros
deseos pecaminosos a través del arrepentimiento es allí que el Espíritu Santo
toma control y podemos ser guiados por el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo
que nos guía al arrepentimiento a tomar esa decisión y es el Espíritu Santo que
nos llena y nos sigue guiando a través de nuestra vida cristiana. Es por medio que la guía de la mente
espiritual, que es la mente de Cristo, que podemos vivir una vida cristiana en
victoria. ¡Necesitamos la mente de
Cristo!
Es por eso que el Apóstol Pablo dijo:
“Nadie conoció las cosas de Dios, sino
el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios” (2
Corintios 2: 11-12). No hemos recibido el Espíritu del mundo. Hemos recibido el
Espíritu de Dios!
“El hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios… En cambio el espiritual juzga todas las
cosas; pero él no es juzgado de nadie” (
2 Corintios 2:15). La palabra “juzga” aquí en el griego significa escudriñar o
investigar. La mente espiritual va a escudriñar todas las cosas. La mente de Cristo va a escudriñar su
corazón. ¿Tengo yo algo que debo cambiar de mi actitud? ¿Estoy haciendo la
voluntad de Dios? Una mente renovada tiene el deseo de hacer la voluntad de
Dios. Una mente renovada desea limpiar
en la sangre de Jesucristo de todo pecado.
Una mente renovada está dispuesto a humillar su espíritu delante de de
Dios y decir: “Que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Uno con una mente espiritual compara lo
espiritual con lo espiritual. Esta
escudriñando si realmente me conviene hacer o decir o participar en algo porque
tiene el deseo de primero agradar a Dios.
Somos guiados por las cosas “que
enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:13).
El enemigo quiere hacernos cautivos por los
pensamientos del pecado, la mente del hombre natural “Más nosotros tenemos la
mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). ¡Necesitamos la mente de Cristo!
“Así que, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos
12:1-2).