Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia. (Hebreos 4:1-6)
La Biblia habla de las experiencias
que pasaron los hijos de Israel en el desierto de como Dios les sostuvo en el
desierto y su desobediencia a los preceptos de Dios. La Biblia dice: “Y estas cosas les acontecieron como
ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado
los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”
(1 Corintios 10:11-12). Dios les mando mana desde el cielo para darles de
comer. Los calentaban y protegía como un fuego de noche y les daba sobre como
nube de día. La nube y el fuego les guiaban a donde tenían que ir. Dios los trajo
“como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado” (Deuteronomio
1:31).
1 Corintios 10:2 dice: “y todos en Moisés
fueron bautizados en la nube y en el mar”. Eso nos habla de que la nube que los
guiaba es un tipo del Espíritu Santo que nos ha llenado con la señal de hablar
en lenguas y nos guía a diario y el cruce del Mar Rojo es un tipo del bautismo
en agua donde nuestros pecados fueron sepultados bajo la sangre de Jesús en Su
nombre.
Vemos claramente que Dios refirió a la tierra
prometida a Su reposo. Cuando hablamos del reposó aun volvemos al libro de Génesis
cuando Dios creo los cielos y la tierra y culmino su obra y reposó.
“Otra vez determina un día: Hoy, diciendo
después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su
voz, No endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el
reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el
pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de
sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo,
para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Hebreos 4:7-11).
Por medio del Profeta Isaías Dios identifica el
reposo para el creyente: “porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua
hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al
cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oír” (Isaías 28:11-12). El
reposo del creyente es la llenura del Espíritu Santo, es la relación del
creyente con Dios, es el renuevo diario, el renuevo del espíritu, que todo
creyente tiene el privilegio de disfrutar.
La tierra prometida para el creyente es un tipo
de la madurez espiritual. Es vivir una vida de dependencia en la voz de Dios. Es
vivir una vida espiritual que escucha y obedece la voz de Dios. Es una vida espiritual
que enfrenta espíritus del enemigo y obtiene victoria espiritual sobre ellos.
La Biblia dice que los hijos de Israel no
entraron en la tierra prometida por causa de la desobediencia. La experiencia
de los hijos de Israel se ha quedado como un ejemplo para nosotros. Tenemos que
tener cuidado de perder nuestra victoria espiritual, de estorbar nuestra relación
con Dios, estancar nuestro madurez por causa de nuestra obediencia a la Palabra
de Dios.
La desobediencia del hombre comenzó en el
huerto de Eden. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del
campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha
dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente:
Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que
está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que
no muráis Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe
Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como
Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió así como ella.” (Génesis 3:1-6).
Note que la Biblia hace referencia a la astucia
de Satanás. Lo que Satanás hizo era que comenzó a hacerle a Eva a cuestionar a
la Palabra de Dios: “¿Por qué Dios te dijo que no puedes comer del árbol?”. Satanás
puso en Eva el pensamiento que Dios quería prohibir algo que era bueno.
Muchas veces hay algunos que se convencen a esa
voz del enemigo que dice que la Iglesia y los pastores lo único que quieren
hacer es prohibirles que hacer lo que quieren hacer. Muchos se justifican
diciendo: “No estoy haciendo nada malo”. Pero lo que no entiende que la desobediencia
en si les ha hecho perder la bendición de Dios y ha hecho una rotura en su relación
con Dios.
El pecado de Adan y Eva no era un pecado de
matar a nadie, ellos no engañaron a nadie, ellos no dañaron a otra persona, lo único
cosa que ellos hicieron fue desobedecer el mandato de Dios. Algunas veces
pensamos justificarnos porque lo que nosotros hacemos no es grave, sin embargo
esa primera desobediencia no solo afecto a Adan y Eva sino que fue transmitido
a todos nosotros su descendientes. No importa si piensas que tu desobediencia
es poca cosa. La desobediencia te aparta de la misma presencia y bendición de
Dios. Te echa fuera del reposo, de tener una relación con Dios.
Notemos el error de Eva no era solo de escuchar
la voz de la serpiente pero era por estar allí presente mirando al árbol. “Y
vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto”. El problema
era que en su corazón ella deseaba comer el fruto prohibido. Nuestro problema
mayor no es los mandamientos de Dios. No es la Iglesia. Tampoco ni siquiera es
el diablo. Nuestro mayor problema es que nosotros deseamos hacer lo sabemos que
no debemos.
Pablo dijo: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es
idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de
desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando
vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira,
enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los
unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creo se va
renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:5-10). Yo no quiero ser un hijo
de la desobediencia. Quiero ser uno hijo con un espíritu y mente renovado.
Pablo dijo a los Efesios: “Sed, pues,
imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos
amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor
fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre
entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades,
ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque
sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie
os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios
sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque
en otro tiempo erais tinieblas, mas
ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del
Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las
obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque
vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas,
cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la
luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará
Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:1-17).
Hay algunos que están engañados porque
se han convencido que están bien cuando están siendo hijos de la desobediencia.
Pero nosotros somos hijos de la luz. Tenemos que despertarnos. Tenemos que
saber lo que le agrada al Señor.
Vemos en 1ra de Samuel capítulo 15 como Saúl desobedeció
el mandato Dios de destruir a Amalec completamente. Sin embargo cuando llego el varón de Dios “Saúl
respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión
que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los
amalecitas” (1 Samuel 15:20). Saul comenzó a decir que él era obediente a Dios
cuando no lo era. Comenzó a hablar que él había traído los mejores animales
para hacer sacrificios a Dios y había traído al rey de Amalec.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en
los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Muchos no entienden este principio: No puedes
ser desobediente a tu autoridad espiritual y ser obediente a Dios. Tal cosa es
una contradicción. Hijos no pueden ser desobedientes a los padres y obedientes
a Dios. No puedes ser desobedientes a los pastores y obedientes a Dios. Tú
puedes hablar de todo lo que conoces de la Biblia y cuánto tiempo estas en la
Iglesia y cuanto oras y leas tu biblia y prediques pero no te va servir si no
aprendes la obediencia.
“Porque como pecado de adivinación es la
rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la
palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel
15:23). Lo que nos da a entender la Palabra de Dios que la rebelión, no importa
cuán justificado que pensamos nuestra causa, proviene del diablo. Cuan nos
inflamos en nuestro orgullo para pensar que tenemos el derecho de rebelar en
contra de lo que Dios nos ha mandado estamos cometiendo el mismo pecado que Satanás
cometió en contra de Dios en los cielos.
Pedro dijo: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos
a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo
la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando
toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo
que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el
mundo”(1 Pedro 5:5-9). El diablo está rondando buscando a quien devorar y
cuando somos desobedientes damos la oportunidad al enemigo para destruirnos. Tenemos
que sujetarnos, tenemos que humillarnos porque es allí donde la bendición de Dios
va a fluir. Tenemos que someternos bajo la mano de Dios. Aun cuando no
entendemos, aun cuando vemos injusticia porque Dios nos va a exaltar si tenemos
la actitud correcta.
El Salmista declaró: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame
de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que
no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran
rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón
delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmos 19:12-14). Eso es
la actitud que le agrada a Dios. Señor ayúdeme a no ser soberbio. Límpiame
de mi rebelión. Examina mi corazón.
“Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:17). Señor dame un corazón
humilde y humillado delante de ti.
Hermanos nosotros hemos alcanzados la promesa. Nosotros
tenemos las promesa de Dios que él nos dado por el Espíritu Santo. Que no
perdamos la bendición de Dios, nuestra comunión con Dios por causa de la desobediencia.
La promesa de Dios reposa no sobre los soberbios sino sobre aquella alma que se
humilla delante de la presencia de Dios. Si hay lugar en la presencia de Dios
para aquel que se humilla delante de Él. No podemos ser soberbio en otras áreas
de nuestra vida y ser humilde delante de Dios. Tenemos que buscar tener un espíritu
humilde.
Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos,
porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de
limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:3-8). Note que Jesús dice
que no pobres de espíritu heredaran el reino de los cielos y los mansos recibirán
la tierra por heredad. Me hace pensar que Jesucristo no está diciendo que el
Reino espiritual los que van a recibir las bendiciones de Dios son los que
tienen un espíritu humilde y sometido a Él. Si tú quieres la bendición de Dios sobre tu
vida. Si quieres la mano de Dios este sobre tu vida es tiempo para escuchar la
voz de Dios. Porque la promesa de Dios es para el espíritu humilde.
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