domingo, 25 de agosto de 2013

El Poder de la Gratitud


Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. (Lucas 17:11-19)

Quiero que puedan imaginar la horrenda realidad de una persona que tiene la enfermedad temida y grotesca llamada “lepra”. La lepra va consumiendo de a poco el cuerpo, causa hinchazón, produce pus y de a poco va promoviendo en el cuerpo. La lepra va destruyendo los nervios, los sentidos del tacto, hasta que uno no siente el dolor, el daño causado por uno o por otro. Es por esto que personas con lepra pueden perder sus dedos manos y pies por el desgaste de ser golpeados y heridos una y otras veces porque uno ya no siente el dolor. 

La Biblia nos cuenta de diez leprosos que de lejos al ver a Jesús salieron al encuentro y comenzaron a clamar: “¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!”. Imagínate por un momento diez leprosos desfigurados por la lepra que consumía sus cuerpos, sus rostros. A lo mejor algunos le faltaban dedos, manos, inclusive pies.    

“Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes”. Eso me dice que Jesús ni siquiera se acercó a ellos, Él solo se dio la orden que vayan a mostrarse a los sacerdotes. Los sacerdotes en la ley de Moisés tenían a su cargo diagnosticar a declarar a uno libre de la lepra. Para nosotros hoy en día es como decir: “Vayan a revisarse en el doctor”. 

Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano”. Dios les sano a los diez. Nueve se fueron al doctor, uno volvió para postrarse delante de Jesús, glorificando a Dios, y dándole gracia por haberle sanado, y él era samaritano.
“Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?”

Note que los otros nueve leprosos eran judíos. El único hombre que volvió a agradecer era un samaritano. Un hombre no aceptado por los demás. Un hombre con otro trasfondo y cultura que los demás, un hombre con raíces paganas y costumbres no aceptadas por los judíos, sino embargo, este hombre tenía lo que los demás no tenían: gratitud.  

Los nueve habiendo sido sanado de la lepra, una enfermedad terrible, ni siquiera agradecieron a Jesús, siendo ellos, los que desde niños habían sido enseñados la Palabra de Dios, sino este hombre, el samaritano tuvo un corazón lleno de gratitud por el milagro hecho en su vida.

A veces pienso que muchas veces somos como aquellos nueve, que conociendo a Dios, no demostramos gratitud por el gran milagro que Dios ha hecho en nuestras vidas. Hemos sido limpiados de la lepra del pecado. Hemos sido lavados en su sangre, hemos sido perdonados, hemos sido llenados de Su Espíritu. Estábamos perdidos en nuestro pecado, estábamos rumbo a la muerte sin Dios. Sin embargo, Jesús tuvo misericordia de nosotros y nos limpió.

A lo mejor estos nueve pensaron que ellos porque eran judíos no les hacían falta agradecer a Jesús. A lo mejor pensaron que era su derecho ser sanados por quien ellos eran. Qué triste si tenemos esa actitud. Qué triste que pensamos que es nuestro derecho recibir de Dios por quienes somos nosotros y no tenemos una adoración, una alabanza de gratitud cada vez que llegamos a la casa de Dios.

Hay personas que parecen ser “judíos religiosos” que muy poco se ve en ellos una alabanza, ni adoración de corazón a Dios. A lo mejor si la muisca esta como tiene que ser y el culto esta encendido vas a ver que va disimular “un poco de alabanza” para no quedar fuera de lugar.

Ni siquiera se dan cuenta de lo grande del milagro que ha hecho el Señor en sus vidas. No tienen gratitud. Por eso ha muchas personas que son negativos, aun en las iglesias. Por eso hay personas que ven todo mal las cosas. Porque en vez de estar agradecidos con Dios por todo lo que Dios ha hecho en sus vidas, ellos creen que por quienes son, la gracia de Dios es su derecho.   

Si realmente tuviéramos idea del milagro que Jesús ha hecho en nuestras vidas no nos faltaría una alabanza, nos postraríamos en adoración a Aquel que nos dio la vida, quien nos perdonó y nos lavó en su sangre.    

Un proverbio chino dice: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente”. Mariano Aguiló dijo: “Olvida que has dado para recordar lo recibido”.[i] No teniendo gratitud pensamos que todo lo merecemos. La gratitud reconoce que todo lo recibido es un regalo inmerecido no un derecho adquirido. Eso produce en nosotros la felicidad, aun en los momentos difíciles de nuestras vidas, porque reconocemos que no importando nuestras circunstancias, hemos recibidos mucho más de lo que merecemos. Somos deudores a Dios por lo que Él ha hecho en nuestras vidas. Mira tu vida, y date cuenta que tienes muchos motivos por lo cual estar agradecido y sin darte cuenta eso te abrirá muchas puertas para recibir mucho más.

Jesús le dijo al ex leproso agradecido: “le Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Jesús le dijo a la mujer que fue sanada del flujo de sangre: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22). Jesús le dijo a Bartimeo: “Vete, tu fe te ha salvado” (Marcos 10:52). Jesús dijo a la mujer pecadora que lavo los pies de Jesús: “Tu fe te ha salvado, ve en paz”.

La expresión “Tu fe te ha salvado” Jesús utilizaba cuando sanaba a los individuos. Eso me dice que Jesús no solo le sano de la lepra en el camino, pero a lo mejor le dijo una sanidad mayor. No está registrado en la Biblia, pero es posible que Jesús, le restauro el cuerpo del hombre completamente. Aunque fuera limpiado de la lepra hubiera quedado las cicatrices y daños hecho por haber tenido lepra. Yo creo que fue curado completamente.

Siempre la gratitud nos abre la oportunidad para recibir más de Dios. Eso es el poder de la gratitud. No porque nosotros le pedimos, porque tenemos un corazón agradecido. Tenemos una adoración sincera y profunda. A cuanto a Dios le agrada un corazón agradecido que le adora en espíritu y verdad.

Cuantas bendiciones uno pierde por no tener un corazón agradecido, por no reconocer el gran milagro que Dios ha hecho en nuestras vidas. Hoy quiero venir delante de Dios con un corazón agradecido. Yo no merezco Su amor, y Él me amó. Yo no merezco Su perdón, y Él me perdonó. Lo mínimo que puedo hacer es tener un corazón infinitamente agradecido por todo lo que Él ha hecho en mi vida.


[i] Mariano Aguiló, 1825-1897, Poeta español

domingo, 11 de agosto de 2013

Las Consecuencias de la Desobediencia y la Promesa de un Espíritu Humilde


Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia. (Hebreos 4:1-6)

La Biblia habla de las experiencias que pasaron los hijos de Israel en el desierto de como Dios les sostuvo en el desierto y su desobediencia a los preceptos de Dios. La Biblia dice: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:11-12). Dios les mando mana desde el cielo para darles de comer. Los calentaban y protegía como un fuego de noche y les daba sobre como nube de día. La nube y el fuego les guiaban a donde tenían que ir. Dios los trajo “como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado” (Deuteronomio 1:31).

1 Corintios 10:2 dice: “y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar”. Eso nos habla de que la nube que los guiaba es un tipo del Espíritu Santo que nos ha llenado con la señal de hablar en lenguas y nos guía a diario y el cruce del Mar Rojo es un tipo del bautismo en agua donde nuestros pecados fueron sepultados bajo la sangre de Jesús en Su nombre.  

Vemos claramente que Dios refirió a la tierra prometida a Su reposo. Cuando hablamos del reposó aun volvemos al libro de Génesis cuando Dios creo los cielos y la tierra y culmino su obra y reposó.

Otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia”  (Hebreos 4:7-11).

Por medio del Profeta Isaías Dios identifica el reposo para el creyente: “porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oír” (Isaías 28:11-12). El reposo del creyente es la llenura del Espíritu Santo, es la relación del creyente con Dios, es el renuevo diario, el renuevo del espíritu, que todo creyente tiene el privilegio de disfrutar.  

La tierra prometida para el creyente es un tipo de la madurez espiritual. Es vivir una vida de dependencia en la voz de Dios. Es vivir una vida espiritual que escucha y obedece la voz de Dios. Es una vida espiritual que enfrenta espíritus del enemigo y obtiene victoria espiritual sobre ellos.

La Biblia dice que los hijos de Israel no entraron en la tierra prometida por causa de la desobediencia. La experiencia de los hijos de Israel se ha quedado como un ejemplo para nosotros. Tenemos que tener cuidado de perder nuestra victoria espiritual, de estorbar nuestra relación con Dios, estancar nuestro madurez por causa de nuestra obediencia a la Palabra de Dios.

La desobediencia del hombre comenzó en el huerto de Eden. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” (Génesis 3:1-6).

Note que la Biblia hace referencia a la astucia de Satanás. Lo que Satanás hizo era que comenzó a hacerle a Eva a cuestionar a la Palabra de Dios: “¿Por qué Dios te dijo que no puedes comer del árbol?”. Satanás puso en Eva el pensamiento que Dios quería prohibir algo que era bueno.

Muchas veces hay algunos que se convencen a esa voz del enemigo que dice que la Iglesia y los pastores lo único que quieren hacer es prohibirles que hacer lo que quieren hacer. Muchos se justifican diciendo: “No estoy haciendo nada malo”. Pero lo que no entiende que la desobediencia en si les ha hecho perder la bendición de Dios y ha hecho una rotura en su relación con Dios.

El pecado de Adan y Eva no era un pecado de matar a nadie, ellos no engañaron a nadie, ellos no dañaron a otra persona, lo único cosa que ellos hicieron fue desobedecer el mandato de Dios. Algunas veces pensamos justificarnos porque lo que nosotros hacemos no es grave, sin embargo esa primera desobediencia no solo afecto a Adan y Eva sino que fue transmitido a todos nosotros su descendientes. No importa si piensas que tu desobediencia es poca cosa. La desobediencia te aparta de la misma presencia y bendición de Dios. Te echa fuera del reposo, de tener una relación con Dios.

Notemos el error de Eva no era solo de escuchar la voz de la serpiente pero era por estar allí presente mirando al árbol. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto”. El problema era que en su corazón ella deseaba comer el fruto prohibido. Nuestro problema mayor no es los mandamientos de Dios. No es la Iglesia. Tampoco ni siquiera es el diablo. Nuestro mayor problema es que nosotros deseamos hacer lo sabemos que no debemos.

Pablo dijo: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creo se va renovando hasta el conocimiento pleno(Colosenses 3:5-10). Yo no quiero ser un hijo de la desobediencia. Quiero ser uno hijo con un espíritu y mente renovado.

Pablo dijo a los Efesios: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo,  porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:1-17).

Hay algunos que están engañados porque se han convencido que están bien cuando están siendo hijos de la desobediencia. Pero nosotros somos hijos de la luz. Tenemos que despertarnos. Tenemos que saber lo que le agrada al Señor.

Vemos en 1ra de Samuel capítulo 15 como Saúl desobedeció el mandato Dios de destruir a Amalec completamente.  Sin embargo cuando llego el varón de Dios “Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas” (1 Samuel 15:20). Saul comenzó a decir que él era obediente a Dios cuando no lo era. Comenzó a hablar que él había traído los mejores animales para hacer sacrificios a Dios y había traído al rey de Amalec.  

“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).

Muchos no entienden este principio: No puedes ser desobediente a tu autoridad espiritual y ser obediente a Dios. Tal cosa es una contradicción. Hijos no pueden ser desobedientes a los padres y obedientes a Dios. No puedes ser desobedientes a los pastores y obedientes a Dios. Tú puedes hablar de todo lo que conoces de la Biblia y cuánto tiempo estas en la Iglesia y cuanto oras y leas tu biblia y prediques pero no te va servir si no aprendes la obediencia.

“Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). Lo que nos da a entender la Palabra de Dios que la rebelión, no importa cuán justificado que pensamos nuestra causa, proviene del diablo. Cuan nos inflamos en nuestro orgullo para pensar que tenemos el derecho de rebelar en contra de lo que Dios nos ha mandado estamos cometiendo el mismo pecado que Satanás cometió en contra de Dios en los cielos.

Pedro dijo: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”(1 Pedro 5:5-9). El diablo está rondando buscando a quien devorar y cuando somos desobedientes damos la oportunidad al enemigo para destruirnos. Tenemos que sujetarnos, tenemos que humillarnos porque es allí donde la bendición de Dios va a fluir. Tenemos que someternos bajo la mano de Dios. Aun cuando no entendemos, aun cuando vemos injusticia porque Dios nos va a exaltar si tenemos la actitud correcta.

El Salmista declaró: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmos 19:12-14). Eso es la actitud que le agrada a Dios. Señor ayúdeme a no ser soberbio. Límpiame de mi rebelión. Examina mi corazón.

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;  Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:17). Señor dame un corazón humilde y humillado delante de ti.

Hermanos nosotros hemos alcanzados la promesa. Nosotros tenemos las promesa de Dios que él nos dado por el Espíritu Santo. Que no perdamos la bendición de Dios, nuestra comunión con Dios por causa de la desobediencia. La promesa de Dios reposa no sobre los soberbios sino sobre aquella alma que se humilla delante de la presencia de Dios. Si hay lugar en la presencia de Dios para aquel que se humilla delante de Él. No podemos ser soberbio en otras áreas de nuestra vida y ser humilde delante de Dios. Tenemos que buscar tener un espíritu humilde.

Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:3-8). Note que Jesús dice que no pobres de espíritu heredaran el reino de los cielos y los mansos recibirán la tierra por heredad. Me hace pensar que Jesucristo no está diciendo que el Reino espiritual los que van a recibir las bendiciones de Dios son los que tienen un espíritu humilde y sometido a Él.  Si tú quieres la bendición de Dios sobre tu vida. Si quieres la mano de Dios este sobre tu vida es tiempo para escuchar la voz de Dios. Porque la promesa de Dios es para el espíritu humilde.